02 diciembre 2005

No sabía que poner así que puse cualquier cosa que tenía aquí...

Y esta va por los amigos.


Es difícil comenzar a contar todo desde un principio, siempre hay lagunas en la memoria, cosas que no recuerdas, pero aún así están. Siempre va haber alguien que te las recuerde, un amigo, tu vecino, no sé. Aunque nunca las van a contar como las viviste, siempre hay matices que cambian. Es como cuando aprietas Rec y comienzas a actuar, el director detrás va a esperar que hagas lo mas cercano a lo que el quiere, pero nunca, nunca va a ser lo mismo. Creo que así somos todos, actores en la película de nuestras vidas. He conocido muchas personas que quieren hacer de sus historias tramas interesantes, extremas. Como para tener algo que contar a sus nietos. Nosotros somos los mejores actores de estas tablas, todos fingiendo ser alguien que no son, con mascaras para que no los reconozcan, para que no descubran sus vulnerabilidades. Porque todos en cierta medida somos débiles, siempre hay algo que nos puede llegar profundo, que nos corroa el alma. De eso podemos estar seguros, de que tenemos alma, sino no perderíamos peso al morirnos, a veces me imagino el cielo como una gran jarana donde todos van a pasarlo bien. Sería un carrete inolvidable, gratis y mas encima para siempre, con Elvis animando al publico, me imagino que el allá debe ser el don francisco del cielo.
Pero yo estaba en mi cielo personal, ahí bajo la tina con el agua hasta el tope, preparándome para ir otra noche más a la casa de Gonzalo, el es uno de los pocos amigos que les puedes contar todo, siempre te salen con una respuesta y son de esas que te dejan aliviado. “no te preocupes”, “pasará lo que tenga que pasar” esas eran, creo yo, sus frases para el bronce, siempre terminaba un consejo con eso, así lo remataba todo y te podía dejar tranquilo. Gonzalo era de esos chicos, que lo tienen todo, auto, departamento, plata para el mes completo y todas esas cosas que un universitario con poca plata querría. No lo envidiaba puesto que compartía todo lo que tenía, tan así que sus cosas eran de propiedad pública. Pocas veces recuerdo haber ido a su departamento y encontrarlo vacío.
Miguel se encargaba de las drogas, no de las blandas claro. La marihuana ya estaba fuera de nuestros límites de extremidad, eso era para los niños del colegio, nosotros queríamos más. Era nuestro cabrón del placer, siempre llegaba donde Gonzalo con bolsas de coca, pero había que dar algo a cambio, él no soltaba así como así lo que le robaba al hermano mayor. Un reloj si estabas muy urgido ya era suficiente para degustar algunas líneas del polvito mágico o minas, a Miguel jamás le faltaron las minas, les caían como perros a los pies del amo. Por ahí creo haber escuchado que Sofía estuvo con él, pero luego descartamos la posibilidad ya que hacía un mes que estaba saliendo con Gonzalo, nunca los vi juntos por cierto.
Con Sofía éramos compañeros en el colegio, pero después de su embarazo en donde nadie supo quien era el responsable, porque de eso se encargo su mamá. No de encontrar al autor del hecho, porque ella no decía nada acerca del padre de la guagua, sino de humillarla. No encontró nada mejor que destrozarla frente a toda la formación del alumnado en el colegio.
Después de esa gran polémica abortó, luego la echaron y sus padres se encargaron de borrarla del mapa. Nunca más volví a saber de ella, hasta ahora…

Me fui en las micros amarillas, ya estaban casi extintas, pero aún así las prefería porque iban mas rápido que toda la otra tracalada de maquinas del Transantiago. No estoy acostumbrado a los cambios, supongo que ningún chileno lo está, somos bastante tradicionalistas después de todo, cualquier señal de progreso nos da miedo o simplemente lo criticamos hasta destruirlo. Porque esa es otra cualidad, lo desconocido a pesar de ser emocionante y excitante, nos aterra.
El chofer me obligó a pagar el pasaje completo, me di cuenta que con las únicas personas con las cuales no puedo discutir es con un chofer de micro. Soy una persona valiente, en algunos casos, pero el bate de béisbol que estaba a un costado de su asiento fue suficiente para quedarme callado y sentarme bien cerca de él. Así me estaba aferrando al mejor seguro de vida, cualquier asaltante seguramente caería bajo el poder de esas grandes manos y el bate claro.
-Hasta aquí llegamos joven.- Me dijo

-¡Gracias tío!- le grite mientras me bajaba

El pobre hombre debe ser tío de la mitad de los jóvenes de Santiago y después de todo no me pareció un hombre tan malo. Cuando paramos en un semáforo lo pude ver con claridad, se veía cansado y seguramente andaba por los 60. Ahí le perdí el miedo y me vine conversando todo el recorrido hasta acá, hasta tú casa Sofía.

-¿Y no ibas donde Gonzalo?- me dijo, el debe estar furia porque no fui, me estaba esperando hacía rato. Pero ya que llegaste quedémonos aquí entonces.

-Es que….no me di cuenta y termine llegando hasta tú casa, pero ya que invitas.

Sofía se veía algo misteriosa, los rumores eran ciertos, sin duda alguna estaba con Gonzalo. Pero algo se tramaba. Tengo cierta facilidad para descubrir los planes ajenos y aquí había gato encerrado.

-Hace tiempo que te estaba esperando. Sabes, cuando íbamos en el colegio me gustabas mucho, creo que hasta te dediqué unas paginas en mis cuadernos.- Comenzaba a reírse y a arreglarse el escote.-Que irónico, y pesar que ahora me terminé metiendo con tú mejor amigo. Porque eso lo sabías, ¿cierto?
- Claro, el me había contado hace un tiempo atrás- Mentí
- Pero mejor no hablemos del, esta noche es de los dos. Me dijo y se acercó un poco más hacia a mi.- Tengo algo de lo de Miguel, ¿Quieres?
-No gracias, mejor me voy.

Sabía que había algo detrás de todo esto, no puedo engañar a un amigo. Seguramente con lo dopada que está, porque se le nota demasiado, nunca recuerde este momento. Pero la conciencia es más fuerte, tengo ganas no lo niego. Aún así me puedo aguantar hasta mi casa, y volver a mi cielo interno, el de la tina. Ahí abajo donde todo es más lento, y los sonidos se escuchan lejanos y distorsionados, ahí esta el verdadero placer, sin Elvis gritando por el concurso. Tan solo ahí en mi tina.

-Muchas gracias por todo Sofía, pero tengo que ir a darme un baño a mi casa. Le dije.
-Pero te lo puedes dar perfectamente acá, yo no tengo problemas.
-Está bien, ya que insistes…

1 comentario:

Tomás dijo...

El final remató el asunto.

De pronto me vi abrumado por circunstancias sórdidas en un espacio muy pequeño, pero lograste rescatarme de ese abismo con un final "esperanzador a su manera", y fue inevitable imaginar los próximos acontecimientos.

Ese juego de provocaciones merece mi elogio.

Un abrazo...ø