17 diciembre 2006

Charquicán 2.0
Cuándo será el día en que puedas olvidar, borrar el rastro hacía atrás. Dejar de lado las personas, las caras y las situaciones y empezar todo de nuevo. Se puede, supongo, siento que en gran parte lo he hecho.

Se acerca otra Navidad y año nuevo. Todo el mundo se pone feliz en estas fechas, a mi me pasa el efecto contrario. Me amargo, me silencio, me dan ganas de entrar a la pieza –cualquiera que sea, la de la casa de turno – y llevarme las manos a la cara y ponerme a llorar. Pero me aguanto, eso es bueno. Sonrío, pero la verdad es que no tengo ningunas ganas de hacerlo. Cuando niño me preguntaban, ¿qué te pasa? Con caras de weones todos, como pensando “puta el pendejo mal agradecido, le dan regalos y no se pone feliz”.
Me carga que me pregunten weas a las que ni siquiera encuentran respuestas.

He tenido sueños desagradables. Hace tiempo se repiten y la situación es la misma.

No estoy en Santiago, es en una parcela. Estoy con mi familia y entran dos tipos extraños, uno saca fotos, el otro discute. Gritos, me abalanzo al que tiene la cámara, se la rompo y comenzamos a pelear. Lo golpeo, tomo su cabeza y la azoto al suelo. De pronto se siente que algo cruje, el maicillo blanco se tiñe de un color rojo. El tipo no reacciona.

Al otro lado, con un palo golpean a un familiar, cae a piso inconciente. El extraño arranca, lo esperan afuera en un auto. Miro a mi pariente, hiervo en sangre, la tristeza me desespera. Tomo un auto –no sé manejar – y voy a buscar al tipo a una población, está llena de conventillos y lugares desagradables. Pobreza, hacinamiento, como los angostos pasillos de San Diego, los que más de una vez tuve que entrar para buscar a alguien.

Hablo con una mujer, tiene la cabeza tapada con un pañuelo, lava ropa en agua sucia. No me bajo del auto, me mira y apunta una ventana de un segundo piso. Alguien me acompaña, va de copiloto, es mujer. Me bajo y abro la puerta de la casa, reviso mi bolsillo y hay un revolver. Lo miro y cuento las balas, tengo miedo, mucho miedo….

Después despierto con angustia y no puedo dormir. Tengo que ir a esa parcela, algo me está llamando desde el inconciente.

El pasado me persigue de cierta manera, pero me arranco fácil, no lo dejo entrar.

De lo que escribo, ¿Qué es ficción o realidad? ¿Me lo habrán contado o lo inventé?
Tengan la seguridad que hay de las dos, se mezclan y me meto adentro de lo que invento, a veces escribo algo y luego pasa. No igual, pero se vuelve realidad. En un par de ocasiones me he dado cuenta de que sucedió algo similar.
A veces escribo algo y me meto adentro, evoco tristeza, alegría, amor, según sea la situación. A veces escribo algo y me meto adentro, después no puedo salir.

¿Qué diferencia hay entre la ficción y la realidad? ¿MI ficción y mi realidad?, tú ficción y tu realidad.

La ficción se acepta tal cual es, si escribo un libro sobre detectives, no se pondrá en duda que mi personaje, un joven estudiante de colegio, tome el revolver de su padre y vaya y mate al hombre que planea una conspiración al país. El lector no piensa que es fantástico, sino que acepta esa realidad.

Ahora, la realidad se pone en duda. Si yo le cuento a alguien que mi mejor amigo mató al tipo que planeaba una conspiración al país. Nadie me va a creer, de hecho terminaría como un chanta.

¿Qué es realidad, qué es ficción? Donde está el límite en creer. ¿Y si todos podemos volar y nadie lo ha descubierto?

¿Qué hay de ficción en nuestras vidas?, ¿cuánto es realidad?
¿Dónde está el límite entre lo cuerdo y lo lunatico? ¿Y si confundo las cosas, la realidad y la ficción? ¿Me estaré volviendo loco?
¿Qué es realidad y que es ficción cuando escribo?

13 diciembre 2006

Recuerdo


El pisco con la coca-cola estaba calentándose sobre el televisor y yo estaba acostado en mi cama desestresándome del año universitario. Cambiaba el televisor con la punta del dedo gordo del pie. El control se había roto en uno de las innumerables caídas que sufría cuando alguien se acostaba y el colchón hacía de resorte. De la cama al suelo y ¡Paf! Todo en trocitos, no fue muy estruendoso el golpe, pero lamentablemente desde ese día, perdía toda la comodidad de no moverme cuando tenga que cambiar de canal.

Había pensado en escribirle una poesía al pobre control, realmente me había acostumbrado y enamorado al confort de no hacer nada cuando me acostaba en mi cama. Donde el único movimiento necesario era el dedo índice para cambiar los canales y el brazo izquierdo para tomarme alguna cerveza o comida prefabricadas que están siempre en el congelador.

En el invierno es terrible, cuando hace mucho frío da una lata atroz tener que levantarme a mover las perillas de mi viejo televisor. Un Technics del 76 que lo había comprado mi abuelo para una navidad y que luego se lo había regalado a mi padre cuando cumplió la mayoría de edad. El problema era que esos televisores estaban muy pasados de moda para los años 80, pero mi padre no se podía deshacer del único regalo que le había hecho su padre. Un vieja caja era lo que unía la relación de padre e hijo. Nunca se hablaron más de lo estrictamente necesario. Cuando más chico le preguntaba por mi abuelo, sus facciones ni se inmutaban en los recuerdos, era siempre el mismo. Más tarde comprendería que aquellas cicatrices que llevaba en la espalda, no eran por los juegos de niño. Sino por las correas de un adulto. Mi abuelo le arrebató la infancia de un sólo golpe y su tristeza se embozaba en su dureza al tratarme.

El agredido después se transformó en agresor, pero no de golpes sino que con su estricta manera de tratarme, con su crianza prusiana y su constante manía por corregirme todo. No lo culpo, por lo menos tenía a mi madre con la cual podía arrebujarme a su alrededor, esconderme entre sus brazos.
Después conocí el amor y el romance hacía que cayera en un hipnotismo letal. A veces sentía que de tanto entregar me iba a quedar vacío. Terminé quedando vacío y me desecharon, como quien bota un papel a la basura.

Tampoco la culpo a ella, fue culpa mía, mis inseguridades, mi idea de que todo es efímero, de que todo dura un día y luego se acaba. Esas ganas de sentirme muerto a la mitad de la noche, hicieron que todo acabara con ella. Asimismo quedaba hecho un alma en pena, sin nada. Pero eso que dicen que uno se recupera, es cierto, al final todo se olvida y se borra y vuelve a crecer. Como cuando cortan trigo en el campo, al termino del verano va a volver a crecer y nadie le importa mucho que no lo haga, al final siempre sale.

Ahora la pantalla del televisor tira esos puntitos blancos con negros, como hormiguitas dentro de aquella caja. He pensado varias veces en botarlo, pero aquel Technics del 76 tiene más historias que cualquier telenovela que haya proyectado, historias reales, sin actores, con sangre y llantos de verdad.

04 diciembre 2006

Rico el País

No me gusta hablar de política, tampoco de religión, eso no significa que tenga opinión al respecto. Simplemente lo evito, a veces porque lo encuentro una discusión absurda, circular. Hoy estuve en la Democracia Cristiana, también en la municipalidad de Santiago. No sé si dentro de los partidos harán cursos para hablar bien, pero todos lo hacen, algunos más que otros evidentemente, pero todos saben como atraer gente.

Los hechos recientes no me dejan al margen. Creo que ninguna persona puede quedar exenta de lo que está ocurriendo en el país. La delincuencia, la corrupción, los problemas diplomáticos, son cosas que pasan todos los días en el país, cosas que se acrecientan y que los medios lo dejan fuera de la agenda periodística. Esto tampoco es una critica a los medios, pero si bien es cierto manipulan un poco lo que la gente piensa.
Hay cosas que están pasando y no las publican, hay cosas de las cuales nunca tienen cobertura, en cambio hacen a la gente pensar otras tonteras. Mientras los diarios y la prensa en general están cubriendo lo que le ocurre a Pinochet en el Hospital Militar, un país entero está siendo asaltado.

¿Sabían que ahora surgió un nuevo plan anti delincuencia? ¿y toda la parafernalia de Lagos con el tema de comunas seguras se fue a la mierda?

Hay logros evidentemente, pero también hay fracasos, se perdieron más de 10 mil millones de pesos en 4 mil proyectos dedicados a las 70 comunas de la Región Metropolitana. Cuatro mil millones se perdieron en distintas regiones conflictivas como Valparaíso y Rancagua.

Se perdió plata de los chilenos, en cosas que jamás se vieron. Por ejemplo, Puente Alto tiene un carabinero por dos mil personas. Y eso que estamos hablando de la comuna más poblada de Santiago que además es un punto conflictivo a nivel delictual.

En vez de gastar tanto dinero en cambiar las comunas y poner más carabineros, deberían hacer más escuelas, mejorar la educación, dar más posibilidades de trabajo, subir los sueldos, dejar la discriminación a un lado. El problema no es de la gente, es del estado quien esteriotipa al delincuente, ¿por qué un criminal tiene que ser moreno, usar los pantalones abajo y hablar mal? ¿Y si a esa persona no se le dio la educación en los colegio públicos o no le enseñaron a hablar bien?

La solución evidentemente está en la juventud, los niños tienen que ser rescatados de esos lugares de condiciones precarias, darles oportunidades, facilidades para ser personas de bien. Se esteriotipan poblaciones enteras por su marginalidad pero estoy seguro que hay mucha gente que trabaja más de doce horas para llegar con pan a la caza y poder ver a sus hijos durmiendo, por que el tiempo ni siquiera les alcanza para hablar con ellos. Ahí está el problema, son esos niños que pasan solos, ven en las calles como se drogan, como consiguen armas y son llevados lentamente a la delincuencia. El futuro está en los niños Presidenta Bachelet, tal como dijo Benedetti, “Abrid más escuelas y se cerraran cárceles”. Démosles oportunidades, a ellos, a lo jóvenes cesantes que no pueden encontrar trabajo por su inexperiencia laboral. La mayoría de los cesantes son jóvenes sin trabajo, recién salidos de la Universidad. No les cortemos las alas antes de tiempo, dejémosles hacer cosas nuevas, cambiemos el país, reconciliémonos.

Por estos días el país pudo ver como la gente salía a apoyar al ex general Augusto Pinochet. Algunos los valoro como alcalde Labbe, el diputado Moreira y a la Patty Maldonado. Son personas consecuentes con su pensamiento, han seguido con el hasta en las últimas. Pero y todas las otras personas que estaban ahí, supongo que la mayoría apareció para darle fuerzas, esas personas que estaban escondidas y de un día para otro aparecieron fervorosamente apoyando a “Su general”. No deseo su muerte, algunos dicen que esto es otro tongo más del ex presidente. Hoy, lunes 4 de diciembre, se iba a decretar la sentencia de si salía libre o seguía recluso. A mi parecer, es otra jugarreta política, una más de las que está acostumbrado a hacer.

Otro punto que quería destacar es acerca de Ivan Moreria, diputado UDI, no es rabia lo que tengo, sí quizás sí. No puedo creer que quieras hacer una estatua de “tu general”. Hombre, sellemos las heridas del pasado, lo único que hace tú política es separar la brecha, abrir más la grieta, gente como tu no debería estar en partidos políticos.

Ya, que pasaría si el gobierno te hace feliz y te manda a hacer una estatua que, espero pagues tú junto con todos tus fanáticos ultra derecha de Pinochet. ¿Has pensado que no duraría nada en la calle?, que la gente la destruiría en cualquier marcha o protesta. Ahora, dijiste hace un tiempo atrás que los delincuentes votaron por Ricardo Lagos. Por favor, dos dedos de frente antes de decir eso. ¿Tanto te duele la democracia?

Estoy en un país democrático, donde las cosas se están haciendo mal hace rato, no me gusta hablar de política, menos en este medio, pero quería hacer sentir mi descontento con los dos bandos correspondientes. Sí se notó cargado para un lado, disculpen, pero son las cosas que están ahí, en la palestra y no se pueden pasar en alto.