30 noviembre 2006

Simon


Simon ha cambiado, hace tiempo que no escribía algo de él - Ahora tampoco lo haré -. Pero a los que les gustaban sus historias, este chico ha encontrado un lugar. Será la segunda parte de una novela corta que pienso escribir, tal vez sea más corta de lo que pretendo. Pero ya descubrí la tecnica de la constancia para poder escribir harto. No llevo más de 2o paginas a computador, pero espero llegar a las 100 para quedarme tranquilo.

La primera parte de la novelita, la estoy aún haciendo, pocos la han leido y algunos la han encontrado interesante. Más que grandes pensamientos, espero que sea entretenida. Que fome leer un libro aburrido.
Cuando la termine, aunque esté sin editar, al que quiera se la mando. Espero tenerla lista a fines de Enero.

Ojala no haya sonado sobervia esta wea, pero quería contar e, por qué no subo ninguna mierda al blog.

15 noviembre 2006

Leame en Paniko. Esta actualizacion quedó pero de pelos. Si usted creía que sólo Warhol hacía popart pues se equivocó, esta revista electronica va a la vanguardia.
El negocio de las armerías:

Falta de legislación en la venta de armas blancas

Para comprar un cuchillo o una espada samurai, solamente hay que tener el dinero necesario para adquirirlo. En la actualidad, no existe ningún mecanismo que regule la venta a menores de edad y al público en general. Siendo que el porcentaje de asaltos es de un 58% con armas blancas, sobre un 24% de las de fuego.

Por Sebastián Fuentes.


La música sonaba fuerte la noche del 8 de septiembre de 2004. Ignacio Carrasco, celebraba su cumpleaños numero dieciséis en su casa ubicada en el paradero 18 de Av. La Florida. Se encontraban todos sus amigos y familiares cercanos, era un asado con los “precisos”, como suele decir.

De pronto, el timbre sonó, y Nacho -como le dicen sus amigos-, salió a ver quien era. Un grupo de siete personas quería entrar a la fiesta, Carrasco conocía a unos pocos, los había visto en una botillería cercana a su casa, pero sólo de vista, nada más.

Les dijo que no se podía, que era algo para gente conocida y cerró el portón. En el momento en que se iba devolviendo, una bolsa con orina cayó sobre el cobertizo. El líquido se escurría lentamente y los que estaban dentro de la fiesta se percataron de lo ocurrido. Salieron todos en masa, comenzaron a pedirles al grupo que se fueran. No habían respuestas.

Un puñetazo se escapó entre el forcejeo, y eso gatillo a que la pelea comenzara.

Entre tanto bullicio apareció el papá de Nacho, Ignacio Carrasco, de 45 años. Un empresario del rubro automotriz que padece de problemas al corazón, una serie de pre-infartos lo tenían por aquellos días de cuidado. El hombre, se metió en la pelea para separar a su hijo y a sus amigos del conflicto.

Un botellazo le llegó en la espalda y del suelo recogió un fierro con el que golpeó al agresor. Se alejaron un poco y en fracción de segundos, el chico con el que se estaba enfrentando, sacó de su chaqueta un cuchillo con el que hirió a Carrasco en el brazo. Este último, cayó al suelo en un mar de sangre, las pastillas que tomaba para el corazón impedían que la herida coagulara.

El grupo de jóvenes había arrancado. El padre de Ignacio, se vendaba la herida para irse a la clínica. Todos estaban mal, para Nacho, que a su padre lo hubiesen acuchillado en el día de su cumpleaños, era el peor regalo, uno que todavía recuerda.




Las leyes

El mismo año, un mes después, el 5 de octubre. Fue publicada la ley Nº 19.975, que introduce reformas al código penal, detallando delitos y agravantes. Específicamente, trata el tema del uso y porte de armas blancas: cuchillos, navajas y similares.

En la actualidad, el porte de este tipo de armas es considerado un agravante en la perpetración de delitos. Y se puede sancionar con un presidio menor en grado mínimo (541 días) o multas de 1 a 4 UTM a quien tan sólo porte armas cortantes en espacios públicos, como bares, restaurantes, establecimientos educacionales o espectáculos.

Pero los jóvenes y asaltantes, ¿de donde sacan estas armas?

El paseo Bulnes y la Calle San Diego en Santiago, son verdaderos shoppings de las armas blancas. Se pueden encontrar, desde cortaplumas hasta sables o espadas samuráis y los precios pueden variar entre mil a doscientos mil pesos.

Existe una gran cantidad de tiendas, principalmente, dedicadas a la pesca y a deportes que requieren armas de fuego o corto punzantes.

Dentro de la variedad de locales, está CTL Active en paseo Bulnes 277, esta empresa familiar lleva diez años en el comercio de armas. Javier Urcelay, su dueño, cuenta que para vender armas blancas en su tienda, los clientes deben ser mayores de 18 años “No es que esté escrito en la ley, pero para mi es conveniente vendérselas a mayores de edad, puesto que me ha pasado que después de venderle un cuchillo a un joven, llegan los padres pidiendo que les devuelva la plata porque les han pillado las armas en sus casas. Al final paso un mal rato yo, por eso adquirí esta política en el local” señala Urcelay.

No muy lejos, en la tienda Armarquet, ubicada en Bulnes 119. Su dueño, Oscar Gatica, tiene otra mentalidad, no hace diferencia en venderle a un joven y a un adulto “En la ley no está estipulado a quien puedo vender y a quien no. Si trabajara vendiendo autos y un joven menor de edad me quiere comprar dos al contado, obviamente no le voy a pedir el carnet. Aquí es lo mismo, muchos jóvenes vienen y compran varios cuchillos porque me dicen que son de colección, no les puedo negar la venta o los estaría discriminando”

Tanto Urcelay como Gatica, señalan que la ley es débil en ese sentido. Si tuvieran que ponerles numero de serie a las armas blancas como en el caso de las de fuego, ellos lo harían sin ningún problema. No niegan que con la nueva ley, la venta de todo tipo de armamento bajó significativamente y venderle un cuchillo a un menor de edad o a una persona que tiene mal aspecto, queda a criterio del vendedor.

Es preocupante también, que no exista un control efectivo con la venta de armas blancas puesto que cualquier persona las puede adquirir, pero son sancionados el porte de ellas en la vía pública.

La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en conjunto con carabineros y los hospitales públicos, elaboraron un porcentaje de los delitos cometidos – que terminaron en muerte- en el año 2003. De la encuesta, salió que el 58% de los homicidios cometidos fueron con armas corto punzantes, en cambio un 24% fueron con armas de fuego.

El sargento de carabineros, José Mora, explica que el porte de armas blancas es ambiguo en la legislación, “un joven de arquitectura que sea registrado por las policías y porte un cuchillo cartonero, va a depender del contexto y la situación de su detención. Por ejemplo, si está en una protesta y anda con ese cuchillo, seguramente carabineros se lo llevará por porte de armas, es distinto si lo registran y explica que va a clases”

Carabineros ha decomisado un gran número de armas blancas. El año 2004, cuando surgió la ley fue un nivel bajo, un 8 % de armas blancas fueron requisadas, éstas eran importadas, lo quiere decir que fueron compradas en armerías. La cifra se eleva aún más cuando se trata de armas “hechizas”, que fue de un 15,6% del total de armas estipuladas en el país.

Hoy en día, Carabineros trabaja en conjunto con otras unidades de seguridad ciudadanas de Santiago, para impedir que el número de armas circulen libremente. En cuanto a las leyes, no se ha hecho nada para cambiar la confusa legislación. “El problema radica en que no se pueden controlar los cuchillos que se hacen en las casas y que caen constantemente en las manos de narcotraficantes o delincuentes. Esto es un comercio que de a poco se ha ido desmantelando, pero que surge nuevamente como la maleza” señala Mora.

02 noviembre 2006

Mira las Flores


El agua del río chocaba con las piedras, sonaba. El viento en la cara y un atardecer perdiéndose entre las nubes, entre los grandes álamos que estaban en dirección a la costa. Todo era color salmón, quizás un poco más claro, morados y celeste, naranjos y amarillos pasteles, los colores eran como en las pinturas, cuando pintan cielos en los cuadros.

Las casas eran de adobe, otras eran más modernas, de madera, y algunas prefabricadas. Estaban construidas de tal manera que se pudieran dejar los caballos en la entrada, eran rectangulares y antiguas, muy antiguas.

El cable no llegaba y menos el Internet. Los huasos ahí sí existían, se levantaban a las seis de la mañana y se acostaban a las diez de la noche, cuando terminaban las noticias en los canales nacionales.

Gente de esfuerzo, de la tierra y sus productos. Dependiendo del sudor y la sangre de sus cuerpos para llevar todos los días algo para comer. No era pobreza, sino que puro esfuerzo, algo que se traspasaba de generación en generación, de tiempos inmemorables, desde que el pueblo aún no existía.

Aún atardecía y nosotros comíamos maravilla a orillas de un canal. Los tenues rayos del sol golpeaban nuestras caras. Su rostro brillaba dorado, sus ojos se iluminaban, como si el sol estuviese ahí dentro. Los perros ladraban a lo lejos y las gallinas estaban ordenando sus pollitos para irse al gallinero. Era el momento en que todos empiezan a guardar sus cosas para irse a sus casas, las palas, el chuzo, el arado. El momento de ducharse y comerse una cazuela bien calentita para el frío y el hambre. Luego de eso, a dormir.

De los techos de las casas salía el humo de las chimeneas, el olor a humedad, a pasto y tierra mojada, a las frutas y verduras en las cosechas. Todo se impregnaba en el aire, se adhería bien a la ropa, como un perfume, pero que dejaba un rico gusto en el paladar.

Ella le sacaba la cáscara a las semillas de maravilla, yo me las comía. A ella no le importaba, no se demoraba nada pelándolas y le gustaba que yo se las sacara.

-En esta parte del canal yo me sentaba y escuchaba música, me gustaba estar aquí.

-Es bonito, pero hay otra música, la del ambiente. La verdad, es que estoy muy relajado. Respondí.

-Que bueno, hacía falta esto, irse por un tiempo de la agitación de Santiago. Me encanta estar acá ¿A ti no? Señalaba ella, completamente concentrada en sacarle las cascaritas a la maravilla.

El sol ya se estaba escondiendo casi en su totalidad y la sombra llegaba a nuestros puestos. Los pantalones los tenía húmedos por la tierra mojada, pero no me importaba. Lo interesante era estar allí, en ese lugar idílico y anacrónico.

-Sí, la verdad es que necesitaba esto, ya no me dan ganas de tirarme al metro. Me faltaban un par de días en la nada. Respondí.

-Pero estás conmigo, no soy nada.

-Sí y eso es lo mejor de todo, el estar contigo. Agregué.

El agua del canal ya no era tan cristalina, la oscuridad la volvía paulatinamente oscura. Los queltehues gritaban sus cantos de irse a casa, el viento helado acompañaban las mismas ganas de las aves. Me sentía tan pequeño, tan sencillo frente a todo esto que no tenía muchas intensiones de volver a la capital. Aquí todo era tranquilidad y esa paz llegaba a mí como un relajante muscular.

- ¿Vamos a la casa? Preguntó ella.

-Vamos. Respondí asintiendo con la cabeza.

De pronto pasamos por un jardín con muchas rosas, eran todas grandes y llenas de pétalos. Dignas de ser admiradas por cualquier transeúnte.

-Mira las flores, son bellas, como todas las cosas de acá.

- Acá las flores son siempre hermosas, debe ser por el agua o el clima. Respondió contenta y preocupada de que no me diera frío – Miraflores – Agregó.

-¿Cómo? Pregunté.

-Miraflores. Sí, así se llama el pueblo.

Luego, tomó mi mano y me llevó por la carretera, hacía la nada, a recorrer la única calle principal, la escuela, la posta, los almacenes. Las flores, la tranquilidad, la sencillez, el viento con su olor rico, el río, su gente, sus cazuelas y pantrucas, las gallinas, los caballos, los colores pasteles del ambiente. Todo esto, en un lugar llamado Miraflores, junto a la muchacha que irradiaba el sol con sus ojos.