23 junio 2006

Exelente banda, de pronto sonó el telefono y me contó esto Simón...

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Capitulo 6

Parece que el chofer captó que me venían siguiendo, iba como a mil por hora por la calle. Estaba con la adrenalina a full. Sentía que lentamente, con lo rápido que andábamos, una parte de mi se iba quedando atrás, en el camino. Era rara la sensación, la velocidad con la que andaba este tipo, me recordaba lentamente el accidente de hace algún tiempo atrás, con las luces fragmentadas y las personas difuminadas a mi alrededor, era como un túnel al cual iba ingresando lentamente, como si pasara a otra dimensión.

-Se siente bien joven. Preguntó el taxista, mirándome por el espejo retrovisor.

-Sí, claro. Me siento un poco mareado, nada fuera de lo normal. Respondí algo inseguro – ¿A veces a sentido que lo persiguen cosas de las cuales no está realmente seguro de lo que son? Agregué.

-Cómo, no le entiendo.

-Claro, cuando uno siente que lo persiguen cosas que no ve, que las siente solamente. Como esa sensación de que lo están mirando por la espalda mientras camina.

-Sí, a ratos siento esas cosas. La verdad, es que en 35 años de mi vida le he hablado a las presencias que están a mis espaldas. Soy taxista, y nadie acostumbra a sentarse a mi lado. Lo ven extraño, no sé por qué. Respondió

En ese instante algo extraño pasó por mi mente, me dieron ganas de hacer algo bueno por este viejo. Sus ojitos escondidos tras sus blancas y gruesas cejas, demostraban, sí uno se fijaba bien. Mucha tristeza.
Le pedí que parara el auto, me bajé y me senté a su lado. Su mirada de asombró me había dejado algo inquieto. Se veía cansado. Quería saber más de él, de su vida. Tenía algo más en la mirada que me daba cierta tranquilidad, algo que me faltaba a mi, algo que tenía que encontrar urgentemente para seguir viviendo.

-¿Cómo se llama usted? Le pregunté.

-Carlos, a su servicio. ¿Y usted joven?

-Simón… Sabe, lléveme a algún lugar que a usted le guste ir en sus tiempos libres.

-Bueno, si usted pide eso, no hay problema. Respondió

Doblamos por no sé que calle y subimos por av. Vitacura hacía arriba. Entramos por unos lugares medios extraños y comenzamos a subir el cerro Manquehue, pasamos unas casetas de seguridad y seguimos subiendo hasta donde ya casi no había alumbrado público y las únicas luces que se divisaban eran las de Santiago y sus apurados autos.

Detuvo el auto y lo dejó mirando hacía la capital. La noche hacía parecer un Santiago indefenso, un lugar completamente normal. Con sus pequeñas luces, que daban la impresión de ser luciérnagas que se movían de un lado a otro y luego se perdían entre los edificios.
Sacó de su bolsillo una cajetilla de cigarrillos, algo arrugada y gastada, como si llevaran ahí, en el bolsillo de su camisa, mucho tiempo. Eran Derby corriente, sopló por uno de los orificios y está se infló, sacó dos cigarros algo quebrados. Me ofreció uno, luego lo prendió y asimismo lo hizo con el mío.

Le pegué una fuerte calada, como si fuera la última vez que fumaría. Cerré los ojos y traté de olvidar todos estos días pasados. El humo cada vez que lo botaba, me daba la sensación como si estuviera echando toda la mierda que tengo adentro, como si me purificara el alma.

-Ya cabrito, aquí me gusta venir. Antes cuando era joven, así como tú. Traía a las minas para acá, me las culeaba como Dios manda y después nos íbamos a comer un completo donde el Tío Lucho por Vicuña Mackena.

-Ya veo, ¿y siempre fue taxista? Onda, ¿se traía para acá a sus clientas?

-Estás huevon pendejo, tú crees que toda mi vida viví en esta mierda. No, antes fui conocido, tuve una señora e hijos que me respetaban. Tenía una buena situación económica. Era ejecutivo de una agencia de publicidad.

-¿Y qué pasó Don Carlos?

-Puta, la vida es maraca y uno es débil pendejo. Le hacía al juego y al copete. Lo perdí todo apostando en el casino de Viña. Todo huevon, hasta la casa y con las huevás de adentro. Luego mi señora me dejó por un colega y de mis hijos lo último que supe es que estaban estudiando en la Universidad. Seguramente ya ni se acuerdan de mí. La vida es maricona Simón, tení que saber hacerla. No sé de qué chuchas estabas arrancando, pero no andas con buena cara. Seguramente hiciste algo malo. Hazme caso, pórtate bien, porque uno nunca sabe lo que te puede ocurrir.

Del taxi, sonaba una radio que decía códigos a cada rato, de pronto es escuchó una voz clara: Carlos Santibáñez, responda a central.

-Parece que es para mí. Mira cuanto tení, te llevo para donde queraí. Esto déjalo como cuenta de la casa. Espero que te sirva para el futuro.

-¿O sea no me va a cobrar? Respondí.

-No po huevon. Parece que vo erí medio hueoncito.

-Déjeme aquí no más.

-Cómo aquí, estás enfermo. Respondió asombrado.

-Sí, aquí. Prefiero caminar.

22 junio 2006

Una opinion para un trabajo de Nietzche, la historia es verdad...se viene Simon pronto
Religión, ¿Salvación o Esclavitud?

Son cerca de las nueve y media de la mañana y aún no tomo desayuno. Estoy en sexto básico y, ni modo que tomaré desayuno de todas maneras. Estamos todos iguales, los más grandes a escondidas sacan un pan con queso y se los reparten entre los compañeros. En cambio, nosotros los miramos extrañados, no se puede recibir el cuerpo de Cristo con el estomago lleno. Hay que estar puro y así será. Así fue, por lo menos, como el Hermano -así le decimos a los profesores, que en verdad son sacerdotes- nos enseñó.

Así son todos los Lunes en la misa general, el resto de la semana tenemos que rezar un ave Maria antes de empezar cada clase. Y todas las mañanas, ir a una pequeña misa que se realizaba en la casa de los curas. Algunas veces, había que aprenderse algunas cosas en latín, como persignarse o el padre nuestro. En otras ocasiones, aprenderse algún capitulo de la Biblia o la vida de algún santo. No niego que aprendí mucho de religión. Pero ¿de qué me sirvió?

Obviamente, había que hacer todas estas cosas para encontrar una especie de salvación. Los curas inculcaban miedo – de eso estoy seguro- cuando me sacaba una mala nota, decía un garabato o me paraba sin explicación alguna de mi asiento, tenían ese poder para hacerte sentir mal, para manipularte con lo que no conoces y no se le puede dar explicación, con Dios. De esta forma, ellos nos podían mantener completamente disciplinados, como soldados obedientes que van a una guerra sin rumbo, con tantas preguntas existenciales que carecíamos de una conciencia de la vida. En este colegio casi no se hablaba de sexualidad, menos de ateismo o algunas otras religiones. Olvídense de hablar de Demian de Hermann Hesse, ese era un libro vetado en las listas de útiles escolares.

Cuando salí del colegio, me di cuenta que había sido realmente un esclavo de la religión católica, todo lo que encontraba explicación con Dios y los santos, lentamente se fueron cambiando por el pragmatismo de la vida, por libros que hablaban de cosas exactas y que lentamente iban respondiendo a mis preguntas existenciales. Encontré que la mejor manera de responder a mis interrogantes era leyendo y formándome una opinión propia y no la de alguien que estudió bajo ciertos márgenes y enseña la vida como si la verdad fuera solamente Dios.
Finalmente, logré plantearme que no necesito de personas que me puedan decir que es bueno o malo, lo correcto o lo incorrecto.

La iglesia siempre ha trastocado los valores de la sociedad, en la edad media, por ejemplo. Cuando uno escribía con la izquierda era acusado de herejía, puesto que para ellos la diestra era la correcta y la zurda, era la siniestra y así se traspasó esta definición a los partidos políticos.

Lo que no podemos explicar, generalmente – y puede parecer cómodo también- se lo relegamos a la religión, esta se encarga, como institución, de darnos los conocimientos básicos para que nosotros -cuando niños y muchas veces ya adultos- no nos atormentemos tratando de explicar los razones de la vida y lo que acontece después de esta.

Nietzsche, también alude el tema de la mediocridad con la religión. Plantaba que como la religión era de “esclavos”, estos soñaban con un mundo ideal, uno que podía encontrarse después de la muerte, siempre y cuando cumplieran sus votos y si estos eran realmente satisfactorios, se podía llegar a ese mundo onírico el cual todos anhelaban. A diferencia del león, los hombres libres, que no basaban sus explicaciones en las deidades, tenían cierta capacidad para cambiar su mundo, el que todos viven y no quedarse estancados con el pensamiento de que lo que vendrá después será mejor, sino que el cambio se hace aquí y cuanto antes.

Es igual a lo que explica Nietzsche con los sentimientos de culpa. Son esas cosas que los religiosos acostumbran a alimentar en sus creyentes. Como lo que me pasaba a mi, con ese miedo que entraba por mi cuerpo, me hacía transpirar en las noches pensando “No hice la tarea, mañana me sacaré un rojo y seguramente el Hermano se va a enojar y me ira mal todo el año” Asimismo, como cuando uno estaba en misa, tenía miedo a quedarse dormido o a comer algo, puesto que la culpa era más grande el sentir que alguien superior me estaba mirando, sentir como sudan mis manos con el pan en el envoltorio sin abrirse, pensando en que me podría hasta echar del colegio por comer en la ceremonia. Es una sensación que no se la doy a nadie, una esclavitud mental y un tipo de educación casi prusiana que me obligaba a seguir esas estrictas reglas. Y esta era una tradición, un circulo vicioso que se iba pasando de promoción en promoción, un miedo a descubrir la vida tal como es, un miedo que se iba transplantando en todos los cursos, por más de cien años, la historia de este colegio.

04 junio 2006

Para ustedes Jóvenes del Futuro

Hoy pensé que no llegaríamos tan lejos. Mañana se publican 1000 ejemplares del pingüino informa, es una cifra bastante considerable siendo que el primer día-llevamos tres- partimos con 250 copias.
Esto realmente ha sido un éxito, el feedback de los alumnos es considerable y su capacidad para mantenerse al pie del cañón también. Los nazis, el hambre y el frío, no son problemas para ellos. Jamás pensé tampoco que llegarían tan lejos.

Sentimientos encontrados, tal vez sí. Salí el año pasado y jamás me sentí parte de lo que realmente hacía falta en la educación. Fui uno más de los explotados por esta educación que reprime y margina.
Ahora cada vez que termino de escribir un artículo, me siento un poco más tranquilo y feliz. Siento que estoy contribuyendo a que los secundarios tomen conciencia de lo que jamás hice.

Claramente, estos jóvenes ahora se han transformado en actores primarios, han despertado las ansias de expresarse libremente, de organizarse siendo que son muchísimos y aún así han sabido escuchar a quien sabe más. Dentro de su igualdad, comprendieron que existen jerarquías y que así funcionan mejor.

La Michelle definitivamente está lavando la LOCE. El problema de su mensaje “populista” es que tiene medidas parche y no las que los alumnos realmente necesitan. Una verdadera reforma de la educación.

Ojala que las generaciones o promociones que vengan, tengan conciencia del pasado. Que sepan que en 1985 los jóvenes que no estaban “Ni Ahí” realmente estaban moviendo sus hilos para cambiar la historia, la dictadura. Espero que los próximos sepan que este movimiento actual tuvo tanta convocatoria, que pudieron mover hasta países extranjeros- como Argentina y en parte Venezuela- y están logrando cambiar la historia, no solo de su país. Sino de toda Latinoamérica. Fuerza muchachos, que pronto las cosas se aclararan.