08 diciembre 2008



Aprendí a escribir guiones. Acá va uno para un cortometraje.
Traicioname

EXT. PANORÁMICA DE LA VILLA MERCED. CÁMARA AÉREA. DÍA.

La cámara aérea va recorriendo el cielo por la villa hasta
que entra por las calles y las callejones y se mete por un
pasaje, entra por una casa hasta un patio techado, que da
oscuridad al lugar. Suena Vicente Fernandéz, la canción
Celos.



INT. CASA ABANDONADA. FEDERICO, OMAR Y ROBERTO. DÍA.

Federico está amarrado a una silla, viste un terno negro que
está todo ensuciado, como si lo hubiesen arrastrado. La cara
la tiene golpeada. Omar tiene una pistola en su mano y
Roberto, el hermano lo mira asustado, arrepentido de lo que
están haciendo. Sigue sonando Vicente Fernandéz, la canción
celos.

OMAR:
(enojado)
Por qué cabrón, por qué lo hiciste

FEDERICO:
(atontado)
Hacer qué, no he hecho nada. Lo de
Julia yo nunca estuve con ella.
Pregúntale a tu hermano, a Roberto.

OMAR:
¿Es verdad lo que dice este
argentino, Roberto?

ROBERTO:
E...ss...sss.teee q...qqq..ueee...
Te pue..pue..puedo de..de..cir yo.

OMAR:
Viste Federico, ahora este cabrón
se puso nervioso por tu culpa.

Omar toma la pistola y le avienta un golpe con la culata de
ésta en la sien de Federico. El golpe es tan fuerte que cae
con la silla y todo al suelo. Todo se va a negro.

(CONTINUA)



EXT. CASA DE INFANCIA DE FEDERICO. VILLA MERCED. FEDERICO,
ROBERTO, OMAR. DÍA.FLASHBACK

Roberto y Omar están afuera de la casa de Federico, tienen 17
años aproximadamente. Se conocen de algún tiempo.

OMAR:
Federico sal, para que juguemos a
la pelota.

FEDERICO:
Me da lata, además quiero salir con
una chica.

OMAR:
Anda, no seas mamón y te doy el
teléfono de Julia. Esa que quiere
ser miss universo, la que vende
dulces en la Condesa.

FEDERICO:
Andale. Pero juego de delantero.



INT. CASA ABANDONADA. FEDERICO, OMAR, ROBERTO. DÍA.

Omar con Roberto tratan de levantar la silla donde está
aturdido Federico.

OMAR:
(con voz de esfuerzo)
Aaah, que pesa este cabrón. Maldito
el día en que le presenté a Julia.
Este lo único que quería era
agarrarse a todas las viejas del
barrio.

ROBERTO:
Pe..pe.pero Fed...fe..derico no
ti..ti..ene..la..

OMAR:
Callate, estás todo nervioso. Pesar
que lo hice parte de la familia.
Recuerdas como ibamos por las
calles, todos nos respetaban.

(CONTINUA)



EXT. CALLE PRINCIPAL. FEDERICO, OMAR, ROBERTO, CINCO EXTRAS.
DÍA.FLASHBACK

Caminan por la calle, vestidos con trajes negros y lentes
oscuros al estilo Perros de la Calle, de Tarantino. Entran a
un bar.



INT. BAR. FEDERICO, OMAR, ROBERTO, CINCO EXTRAS.DÍA.
FLASHBACK.

Entran y todo el mundo se levanta, quedan los clientes
pasmados. El grupo saca pistolas y se dirigen a la barra, en
dirección al dueño del local.

OMAR:
(nervioso y brusco)
Ya cabrón entregame lo que
acordamos.

DUEÑO DEL LOCAL:
(asustado)
Ahí está todo señor, pero porfavor
no me haga nada.

FEDERICO:

(un tipo se le queda mirando)
Y tu cabrón que me vez.

(Lo apunta con la pistola y le dispara).
¡Para que aprendan quien manda
aquí!



INT.CASA ABANDONADA. FEDERICO, OMAR Y ROBERTO. DÍA.

OMAR:
Que buenos tiempos aquellos.

ROBERTO:
Mi..mi..mira...ahí vu..vu..vuelve
en si.

Federico aturdido señala con la mano amarrada a Roberto, para
que hable. Se ríe.

(CONTINUA)

OMAR:
Y este qué me está tratando de
decir.

ROBERTO:
(tiembla entero)
Es...tee es..es...que y..y..yo

OMAR:
Yo qué, callate mejor y que
confiese de una buena vez si el
bebé que espera Julia es de él o
mío. Pinche cabrón.
Siempre andaba metiendose con todas
la viejas del barrio. Cuando dejó
de juntarse con nosotros. Me
pareció extraño. Fue ahí cuando me
dijo Julia que esperaba un hijo
pero que no sabía si era mío.
(se desespera)
Y tu Roberto, Federico era como tu
hermano y no sabías. Pendejo.

ROBERTO:
O..o...mar es..es...ese hi..hijo.

OMAR:
Sí, este hijo de puta lo voy a
matar ahora mismo.

Federico se trata de mover y apunta nuevamente a Roberto.
Está nervioso.

Omar lo golpea de nuevo. Esta vez es tan fuerte que escupe
unos dientes.

FEDERICO:
(balbucea por la sangre,
lo que dice no se
entiende)
¡Tu hermano cabrón!

OMAR:
¡Cállate de una buena vez!

Omar lo apunta, corre la cara y mira a su hermano que está
detrás de él. Cierra los ojos con señal de asco y percute la
bala. El disparo corta la música de fondo.

(CONTINÚA)

OMAR:
(agitado)
Ya, lo maté. Pendejo. Eso le pasa
por meterse conmigo. La mamá nos lo
dijo Roberto, que este argentino no
le gustaba como amigo nuestro.

Roberto se pone a llorar y tiembla entero.

OMAR:
¿Por qué lloras hermano?

ROBERTO:
(llorando y trata de
hablar bien)
Es que e..es..e hi..hi..jo.

OMAR:
Ese hijo de puta ya lo maté
hermano, sé que lo querías mucho.
Pero ya, se chingó.

Roberto se enoja, se pone colorado y aguanta la respiración
para poder hablar bien.

ROBERTO:
(hablando bien)
¡Es que ese hijo es míoooooo!

Roberto queda con la boca abierta. Los ojos le lloran.

OMAR:
(asustado, con rabia)

Y p..por qué no me lo dijiste antes. Ya maté a este cabrón
¡Te Voy a matar Roberto, me traicionaste!

Omar se le tira encima con la pistola en mano, forcejean. La
cámara se va hacía el cuerpo de Federico. Se queda ahí por
unos segundos, mientras se escuchan los golpes y los gemidos
de dolor de ambos.

La camara sigue con Federico. Suena un disparo.

Fade out. Parte la música de Vicente Fernandéz. Celos.

(FIN)

15 noviembre 2008

Cayó un avión cerca de donde vivo. Sentí el ruido de los motores, pero no la explosión. Me dijeron una avioneta, pero cuando vi las noticias jamás pensé que era un jet privado. En la televisión había sólo fuego, los autos en llamas y la gente corriendo. Nunca vi el avión, se desintegró, junto con las personas de la calle. Del cielo cayó el infierno, todo se evaporó. Nadie se explicaba cómo y el por qué.
Al día siguiente, la prensa le echaba la culpa a los narcos, quienes iban dentro del avión era gente importante, el secretario de gobierno, el delegado de la ciudad, personas que le hacen la guerra a las drogas. Pero como es común, nadie explica nada, no dicen quien fue.
Sólo escuche el rugir de los motores, a la muerte dando vueltas, vi la fragilidad. Podría haber caído aquí, pude haber muerto. La vida se pudo haber desintegrado en segundos. Un accidente, otros dicen atentado. Per o la verdad es que jamás sabremos qué fue lo que pasó. Yo sólo me quedo con el ruido y los gritos de los pasajeros.

14 octubre 2008

Paseo

Caminé por la calle como era de costumbre. Ya había pasado por Tlalpan, Chilpancingo, Nezahualpilli, ya estaba en el sur, por Xochimilco. Las calles eran lindas, como de película antigua, las casas de muchos colores, antiguas como lo es centro América, una mezcla de cosas, de razas y de culturas. Pasé por ahí, tenía que hacer un trabajo, estaba obligado a mirar esa belleza espectacular. Llegué a la casa de mi amigo, pasa no más de una hora y un tiroteo, entre no se quienes y la policía. Me asomo estúpidamente por la ventana para ver si puedo captar algo, entender lo que sucedía. Nada. Sólo balazos y gritos, veo gente corriendo con metralletas y pistolas. Una bala perdida me pudo haber matado en ese momento, pude haber pasado una hora después y la historia sería distinta.

-¿Qué pasa?- pregunté
-Lo de siempre wey, balazos entre qué se yo y la policía, ya sabes – respondió mi amigo.
- ¿Pero esto es un barrio peligroso?
- Naah, depende como lo mires, hay de todos acá, depende de la hora, del día, de la suerte. Supongo que entiendes eso wey, el destino.
- Algo, pero qué. ¿Tú vives del destino?
- Así vivimos todos- me dijo mientras miraba el atardecer por la ventana, la misma donde yo había visto correr a la gente con metralletas.

No quería volver a la casa, dónde me había metido me pregunté, la verdad es que tenía que volver pero de la forma más segura, no de noche. No así, no siendo extranjero, quizás acompañado, quizás con él que me dejara en algún taxi seguro.

- ¿Me puedo quedar a dormir? – pregunté con toda la energía que tenía, seguro que la respuesta era un sí.
- No mames wey, más rato viene mi vieja, llama un taxi y te vas.
- ¿Y lo tiroteos?
- No pasa nada, la vida es una caja de pandora, si la abres se te va a la verga, mientras no pase nada, no hay problemas. Aquí es tranquilo.
- ¿Y los tiroteos?
- No te preocupes, ya no suenan, ya no hay nada. Seguro ya recogieron los muertos, ahora hay tranquilidad. Acaso no entiendes, después de la tormenta… Eres pendejo chileno o te haces.
- No, me hago. ¿Y el taxi?
- Pos orale llámalo o quieres que te vaya a dejar.
- No, no te preocupes, me voy tranquilo.

El taxi llegó, era de esos seguros, donde no tienes miedo a que te secuestren, pero igual no estás tranquilo porque te llevan por lados que no conoces, como saben que eres extranjero y tratan de dar más vueltas que lo normal para sacarte dinero.
Mientras íbamos en esas vueltas sin sentido para llegar a mi casa, le pregunté al chofer si creía en el destino, me dijo que sí.

- Acá hay que creer, en Dios, en la virgencita de Guadalupe. Hay que creer, porque nunca se sabe que va a pasar mañana. Esta ciudad es muy loca, ¿sabe?
- Sí, algo he visto.
- ¿De dónde es usted?
- Chileno- respondí.
- No manches, me caen bien los chilenos, no son como los argentinos.
- No, pero acá todos me confunden.
- Bueno usted sabe, que es difícil a veces diferenciar. Orale, pero para dónde va.
- Por Eje tres, ya le dije.
- Ay wey, ya me pasé, pero me doy la vuelta.
- Está bien. Pero no se demore.

Nos dimos unas vueltas estúpidas, casi en círculo. No sabía dónde estaba, nada más me quedaba confiar en el taxista a las once de la noche.

- Son doscientos pesos mi amigo
- No wei, acá siempre me cobran ciento cuarenta.
- Es que eso marca el taxímetro.
- Me da lo mismo, tú te equivosaste no yo.
- Pero señor, y qué le dijo a mi jefe.
- Dile que el destino es una tontera. Dile que te lo dijo un chileno medio perdido en una de las ciudades más locas del mundo

13 septiembre 2008

Hoy cambia la manera de enfrentarte al mundo, de mirar las cosas con otra perspectiva. Hoy termina y comienza, parte un ciclo. Te quemas, naces, se te cambia la piel vieja serpiente.
Hoy observó y no era el mismo, más bello que antes, con más arrugas y menos pelos en la cabeza. Hoy se dio una oportunidad para comenzar de nuevo.
Sacó del viejo baúl los zapatos con que bailaba, los lustró y le descubrió un brillo nuevo, los sintió como recién comprados. Tomó la peineta y se arregló lo poco que le quedaba en la cabeza.Tomó la billetera y revisó todas sus posibilidades para salir. Sonrió, abrió la puerta y partió a encontrarse con la niñita que vendía diarios en la esquina

02 agosto 2008

Todo rápido y amontonado, es así como se vive acá en Méjico, nunca creí que me iba a costar tanto ambientarme. Creí que el español iba a ser una ventaja, pero mas que mal soy Chileno y no Mexicano y para ellos soy un extranjero mas. Eso de ser Latinoamericanos no les importa mucho. A veces cansa andar todo el día siendo vivo para que no te caguen. Pero a eso ya me acostumbre y es entretenido de todas formas acá. Son personas alegres y si pueden te ayudan. El problema es que uno tiende a generalizar y aquí, con 26 millones de habitantes, eso es un gran error.

13 mayo 2008

el post número 100. Esta plantilla es definitiva.
Los actores de plaza de armas

Por Sebastián Fuentes.

José Martínez se sienta todos los días a tirarle migas a las palomas en la plaza de armas, lo hace casi por costumbre, como si su sueldo de jubilación estuviera en las sobras del pan. Se sienta, saca una bolsa de plástico no muy grande y se deja claudicar con sus pensamientos. Mira las palomas, las analiza un poco, espera que los ratones con alas se pongan de acuerdo en quien atacará primero. No resulta. En cuanto saca la bolsita todas se aglutinan para obtener algo.

Martínez le tira las ideas a las palomas, no conversa con nadie y mira el horizonte; la catedral, los pintores bohemios, la galería comercial que alguna vez – en los tiempos de la colonia – fue el mercado central, los peruanos tratando de encontrar patria entre caras de deprecio, la cúpula donde está el ajedrez y sus anacrónicos jugadores. Tiene la mirada perdida, pero en el fondo siempre está buscando algo, a los amigos de antaño, aquellos con los que solía recorrer la calles del centro buscando donde tomarse una cañita. Pero por más que busca no los encuentra, a esas alturas Martínez debe pensar que están todos muertos, que pasaron a mejor vida. Vive con el recuerdo y las palomas no juzgan apariencias, menos la de él, con su terno negro a rayas que con el tiempo le fue quedando grande y su sombrero que esconde su avanzada calvicie. Martínez es una foto póstuma de Carlos Gardel cincuenta años después de su muerte.

Con su atuendo fácilmente cantaría un tango, como lo hacían algunos de sus amigos en la misma plaza, como habría conquistado a su mujer décadas atrás, en el mismo lugar, regalándole sagradamente las flores que alguna vez vendió una señora en la esquina de Catedral, donde la plaza era un lugar más habitable, más pintoresco.

Miró nuevamente a su alrededor, al centro de Santiago y vio cuánto había cambiado con el tiempo; de ser un lugar lleno de pasto, con piletas, arboles que crecían casi de manera natural, de paseos idílicos, a transformarse en una manzana llena de cemento, con carabineros por todos lados, haciendo vista gorda a vagos y asaltantes que aprovechan la sombra de los mal cuidados arboles y las largas bancas para acostarse.

La modernidad.

Pero Martínez no era nadie ante aquel monstruo del tiempo y miraba el lugar como lo único propio que le iba quedando: la plaza y sus fieles palomas. Sus paseos de niño, con su padre mirándolo correr por las angostas callecitas que hacían del centro cívico digno de ser comparado con cualquier parque francés.

De eso ya no queda nada, solo las viejas estructuras de gobierno que entrada la tarde dan una sombra melancólica, donde los actores empiezan a cambiar.

La nueva Lima en la calle Catedral hace su entrada triunfal con platos típicos peruanos, hechos por los mismos inmigrantes y las doncellas de la noche comienzan a aparecer entre las sombras, con trajes hediondos a naftalina, un poco sucios y demasiados apretados, dejando ver esos rollos de más producto de múltiples embarazos no deseados, de amantes anónimos. Sus rostros están golpeados, heridas por el uso, pero siempre firmes en el lugar, como esculturas de viejos héroes nacionales, todos mal cuidados y cagados por las mismas palomas que el viejo Martínez suele alimentar todas las tardes en la plaza de armas.

27 abril 2008

Nuevo Look

ya acercandome a los 100 post que llevo en este blog, encontré necesario hacerle un cambio de look - gracías katy por tu ayuda y por la paciencia-, tratamos con mi compañera de U, Katy, un montón de posibilidades: colores, formas, letras, imagenes. Pero al final terminé haciendo lo que quería.

Y a los 100, busqué algo que me identificara, que me recordara las cosas que me gustaran y Charly Brown la lleva, snoopy y schultz y la pandilla. Supongo que todos vieron a snoopy mientras comían chocapic, o se tomaban el tazón de leche. Por eso elegí lo más choriflai, podría haber sido mi polola, pero no. Después quedaría como mamón. Además el blog es sobre lo que pienso. Amén.

En fin, ahora con nueva fachada, espero que entren a mi casa más seguido y dejen algún mensaje.


01 abril 2008

Post Mortem






Cuándo entró carabineros y los familiares, el olor era imposible. La cocina hecha mierda, la leche putrefacta, comenzaban a salir los primeros gusanos de la descomposición de los alimentos. Las cortinas cerradas hacían el escenario escabroso, con todos los hedores acumulados y un calor y un claustrofóbico departamento dejaba mucho que desear del dueño.
José Martínez, el teniente a cargo del peritaje, buscaba como perro sabueso pistas que pudieran esclarecer el suicidio de Ramón Gajardo, guitarrista, en realidad ex guitarrista del famoso grupo Nómade. Martínez no era fanático de la música muy estridente, al contrario, prefería relajarse con alguna cumbia o canción romántica de moda. Siempre, desde niño, tuvo el sueño de hacerse estrella musical.
Mientras recorría el living de Gajardo y pasaba por la colección de vinilos, al teniente se le venía a la mente aquellas tardes que pasaba sentado junto con su mamá escuchando a Camilo Sesto en el toca disco, como repetía los movimientos, el timbre de voz, todo. Pero su padre lo encontraba de maricones el andar imitando tonteras. José no decidió entrar a carabineros, su padre decidió por él.
-Mi teniente, creo que encontramos algo – gritó desde el baño uno de los cabos.
Martínez ya sabía lo que se encontraría cuando cruzara el umbral del baño. La escena la tenía repetida en su mente.
-¿Qué hacemos con el cuerpo mi teniente?- preguntó el cabo con asco y con un rostro que pedía a gritos que por favor no le hicieran mover el cuerpo.
-qué cree usted, tarado, llame al servicio médico legal – respondió – que triste como este cabro desaprovechó su oportunidad. Pendejo hueón – agregó molesto por la escena. Gajardo estaba colgado con los cables de la luz del techo, había hecho un hoyo para poder tener cable suficiente para ahorcarse, “eso le debería haber tomado un buen tiempo. Este cabro estaba decidido, no me cabe la menor duda” pensó Martínez.
Bajo el cuerpo, el excremento y los intestinos colgaban como una piñata. El oficial se sentó en la tapa del wáter y lo observó, miró el rostro de espanto, el rostro hinchado y los ojos inyectados en sangre. La imagen se le repetía una y otra vez, se acordó de su padre, el hombre que lo obligó a ser carabinero, que lo crucificó para toda la vida, que lo obligó a ser adulto.
Martínez tomó un par de fotos para los peritajes posteriores, fue al living y le pidió a la familia que se retirara, que el servicio médico legal llegaría en cualquier momento y que en un par de días el cuerpo les sería entregado para que le dieran sepultura. Cuando quedó sólo con un par de cabos, volvió al baño, movió el cuerpo y revisó los bolsillos de Gajardo, había cien mil pesos.
-esto es por el mal rato cabrito- le dijo al muerto en voz alta, mientras se guardaba el fajo de billetes en el bolsillo.
Se miró al espejo y se aprovechó de peinar, estaba molesto. Sentía rabia por el rockero, por cómo había desperdiciado la oportunidad de seguir triunfando, de haberse quedado ahí, a medias. Volvió a acordarse de Roberto Martínez, su padre, de cuando llegaba a la casa por las tardes, hediondo a trago, cuando alegaba porque la comida no le gustaba. Cuando le tomó los vinilos de Camilo Sesto y la colección de Sandro y los vendió como basura en el persa. La plata que ganó se la tomó y le regaló a José unos zapatos de futbol.
-Pa’ que te vayai’ haciendo hombre hueoncito – le dijo Roberto.
- Roberto no tienes porque ser así con el niño, si es su música. Déjalo ser – salía a la defensa su mamá.
-Cállate hueona, anda hacerme la comía mejor, en vez de andar defendiéndole la música de maricuecas a este cabro – respondió Roberto, - cuando seai’ grande, paco te voy a hacer, pa’ que aprendai’ a hacerte hombre – agregó mirando a un José delgado y con los ojos perdidos en los zapatos recién regalados.
El teniente bajó las escaleras y se preparó para recibir a la prensa.
-No hay declaraciones –dijo, parando en seco toda la masa de preguntas que se le venían encima.
Subió a la patrulla de copiloto y miró al oficial recién egresado de la escuela de carabineros.
-¿Para dónde vamos mi teniente?- Preguntó el joven algo nervioso.
-Acelera no más - respondió.
Pasado un rato llegaron a las afueras de Santiago, cerca de Buin, a una casa que apenas se afirmaba, con la pintura de la fachada descascarada. La casa de los padres de Martínez. El teniente subió el volumen a la música del radio patrulla y le dijo a su chofer que no se bajara del auto.
-Para dónde va mi teniente- preguntó el joven oficial.
- A esa casa, llama a la central y reporta un homicidio – respondió.
-Pero…-
-Nada de peros, haz lo que te digo-
Martínez se bajó del auto, revisó las balas de su revólver de servicio marca FAMAE y le quitó 5 balas, dejó sólo una echada a la suerte.
Tocó la puerta.
-¡Roberto! - gritó - ¡Llegó tu cantante favorito!- agregó.
La puerta se abrió y se cerró de un solo golpe, pero más fuerte fue el sonido que quebró con la tranquilidad de la población y que hizo apagar a Sandro de la radio patrulla.

18 febrero 2008

Estos sí son Stand Up... Acá va una recopilación del curso de Pablo Alvarado. Saludos a todos los compañeros.

Acá va

01 febrero 2008


Estoy en un proceso de sequía creativa. No me salen más de dos líneas coherentes. El resto es un hilar sin una maquina de cocer, el rumbo de las palabras no tienen ningún significado, por lo menos que yo se lo encuentre. Será, probablemente, el exceso de cosas, o el no hacer nada. Yo creo que es el no hacer nada lo que me tiene tan desenfocado y poco conectado con las historias, con los cuentos. Porque en la Universidad de tanto escribir, siempre afloraban historias. Ahora nada.

A pesar de todo, no me preocupa, porque sé el remedio para la no creación y está en leer y en escribir. Escribir aunque salga mal, como todo lo que he escrito últimamente. Pero intentarlo más seguido. Poner pies forzados, frases, como las que está antes de esto, para comenzar historias. El problema es que el no hacer nada llama a no hacer nada, y esa flojera consume y te consume el tiempo. Tampoco puedo prometer escribir más, porque me tiene que nacer. Aunque es una rutina forzada el escribir, no puedo hacerlo por la misma flojera.

Yo creo que en este blog, he perdido credibilidad, porque prometí que iba a publicar el reportaje de la cárcel y hacer historias con los reos. Pero la situación era más delicada. Porque estoy jugando con historias que no me pertenecen y que aún no me han dado el permiso para tergiversarlas o para publicar el reportaje. Con mi amigo Felipe pensamos publicarlo en un medio, pero mientras no acepten todos los entrevistados que se les permita la publicación, esto no verá la luz. Salvo un par de personas que ya lo han visto.

En fin, mil disculpas por no haberlo hecho. Por haber prometido y no cumplido, hace harto tiempo que se me está pegando esa mala costumbre de decir mucho y hacer poco.
Hay que cambiar. Hay que escribir, hay que despertar. Sí, ya tengo que despertar.

30 enero 2008

Yo sabía…

Aquella noche que prometiste ir por los cigarrillos, tan sólo me terminaste dejando una cajita de fósforos en el velador.