31 agosto 2006

Vetado

Eran celos, estoy seguro que los eran. Tenía la necesidad de correr, de perderme entre la multitud y entre todas las luces de neón que adornaban la puta ciudad. Estaba tan seguro que era ella, pero precisamente no estaba conmigo, era él quien completaba las horas vacías de su tiempo, el que no lo llenaba conmigo. “Imbécil”, pensé, “cómo fui capaz de que se me escapara de las manos”.
El cielo se empezaba a nublar y las primeras gotas del invierno comenzaban a caer sobre la gris ciudad. Yo, sólo quería desaparecer. No aguantaba este sentimiento, golpeaba las paredes y a la gente que pasaba a mí alrededor. De pronto, en una disquera sonaba a todo ritmo Careful with that Axe, Eugene de Pink Floyd. De apoco las cosas fueron más claras. Tomé el hacha de mi vecina. El resto es historia

28 agosto 2006

Relleno


Antes tomaba Free, no me acuerdo mucho pero me gustaba. Ahora soy adicto a la Coca, sí, a la Coca. No la puedo dejar, todos los días necesito tomar Coca-Cola, filo con la huevá anticapitalista. A veces creo que se me fue un poco a la chucha los ideales.
Descubrieron que Plutón no es el planeta más chico. Raro.
Todo relativo. Hoy anduve con creatividad, ahora no tengo ni un poco.
Cuando chico creía que podía volar. Sí, lo quería mucho, al puro estilo Peter Pan. Hice la prueba y me saqué la concha-de-su-madre y no pude volar, eso es lo peor de todo.

Llegaron unas cuarenta gringas de intercambio a la Universidad. La lluvia de Blondon y yo pensaba que las puras chilenas se teñían.

Iba en el furgón escolar y al lado mío una niña se puso a llorar. La radio, que por aquel entonces la más top era la Rock and Pop anunciaba una tragedia ultragrave. Yo, pendejo, no cachaba ni una. Le pregunté a la niña porque lloraba y me dijo que Kurt había muerto, algo sabía del weon, me dijo que de un tiro y listo.
Pienso en esa generación, la que Coupland le puso apellido, la X. Alabó y sigue alabando gurús muertos. Eran los post todo, odiaban todo, parece que tanto era su malestar que terminaron acabándose ellos mismos.

En la peatonal, tomaba y tomaba y no me hacían ningún efecto los tragos. Algunos tolleros más experimentados, me dijeron que era por el calor, la transpiración constante hacía que botara el alcohol. Raro, si es así, allá padecerían todos cirrosis.

Eran veinte textos distintos, y ninguno concordaba. Pensaba puras tonteras, entre ellas llegó una que me hizo darme cuenta que casi no tengo recuerdos de infancia, recordaré sólo hechos puntuales. En fin, el lugar donde vivía era muy anacrónico.
Harto árbol, uno que otro caballo y puras cosas así como se las deben imaginar.
Una vieja me leyó la mano y me dijo que me iba a desenchufar del mundo, que iba a salir del tiempo, onda desconectarme. Dijo que podía ser un accidente o una opción de vida, alejada de todo contacto con la gente.
No creo, puras hueás, si pasa mala cuea. Lo malo sería que me perdería de muchas cosas. Sí la gente creyera todo lo que le dicen, serían más imbeciles que personas.

Iba a subir un cuento, pero lo mandé a un concurso y la típica de esas cosas es que tiene que ser Inedito. Pfff, si no gano –que es lo más probable, porque siempre me llevo los premios de consuelo- lo subo. Si gano, me compro dos libros con el premio y el resto lo regalo a una institución o a un colegio pobre. Falta que la gente lea, pero cosas buenas. No estas tonteras de puro relleno…



21 agosto 2006

Yunkie


Hoy desperté sin recuerdos.
Vacío, con los ideales trizados.
Soñé que lo que tocaba se volvía polvo,
Que nada era eterno y una voz me decía que pronto
El mudo irá a caer, no le creí del todo. No ando por la vida creyéndome
Nostradamus, pero se repiten, una y otra vez.
Como las películas de reposición del Normandie, varias veces son las mismas,
Y la gente va igual.
A ver lo mismo.
A tejer los mismos diálogos inventados.
A ver películas malas, con vidas perfectas, atardeceres perfectos,
La mujer perfecta con el hombre perfecto, que al final terminan felices.
A veces, dan películas buenas, con hombres imperfectos, amores imposibles que no
Se logran, porque son imposibles, con atardeceres nublados y lluviosos y toda
Esa mierda santiaguina de la cual estamos todos enamorados al fin y al cabo.
Hoy me duche y no pude pensar en nada, era porque no tenía recuerdos.
La botella de vodka y prozac ahora me dan vueltas en la cabeza.
El agua cae sobre mi cabeza, y yo sin recordar nada. Al fin y al cabo, la ducha nos limpia. La verdad, yo no sé de qué me limpia a mi.

19 agosto 2006

El desagradable pero alucinante Pink Flamingos



Una película de cine de Culto, la que los artishtas ashi hablan de lo mejor que puede haber producido John Waters. Esta cinta de 1972, exacerba la humanidad llega a lo más repulsivo del hombre.

Hace tiempo fui a verla al Normandie y no pude contenerme las ganas de cerrar los ojos y no seguir viendo, las caras a mis lados eran completamente iguales y otros pocos – muy pocos – miraban fascinados uno de los tantos films prohibidos en la dictadura.
Ahora que la están regalando en el Cinemax – a altas horas de la madrugada – tenía la posibilidad de cambiar de canal.

Es una película de bajo presupuesto, donde los principales actores – un travesti, llamado Divine, que más que mujer o intento de ésta, parece payaso – luchan por ser más repulsivos y asquerosos del mundo, hay otra familia que lucha por ganarles. Pero no, quedan muy lejos de alcanzar a Divine e hijo.

En resumen de cuentas, es una película cerda, asquerosa, pero a la vez interesante en su propuesta. Llega a ser tan cochina que uno se asombra por la realidad. Fuerte. Más extremo aún es la escena final donde el travesti se come un mojón de perro. Según Waters, esta escena no estaba programada en la película, simplemente le nació al actor en el momento. Simplemente asquerosa. Pink Flamingos, lo mejor del cine de culto y bizarro.

Seguramente Cha la vio, si es así deja tu fucking mensaje.

09 agosto 2006

COMO SER UN GRAN ESCRITOR

tienes que cojerte a muchas mujeres
bellas mujeres,
y escribir unos pocos poemas de amor decentes
y no te preocupes por la edad
y los nuevos talentos.
Sólo toma más cerveza, más y más cerveza.
Anda al hipódromo por lo menos una vez
a la semana
y gana
si es posible.
aprender a ganar es difícil,
cualquier pendejo puede ser un buen perdedor.
y no olvides tu Brahms,
tu Bach y tu
cerveza.
no te exijas.
duerme hasta el mediodía.
evita las tarjetas de crédito
o pagar cualquier cosa en término.
acuérdate de que no hay un pedazo de culo
en este mundo que valga más de 50 dólares
(en 1977).
y si tienes capacidad de amar
ámate a ti mismo primero
pero siempre sé consciente de la posibilidad de
la total derrota
ya sea por buenas o malas razones.
un sabor temprano de la muerte no es necesariamente
una mala cosa.
quédate afuera de las iglesias y los bares y los museos
y como las arañas, sé
paciente,
el tiempo es la cruz de todos.
más
el exilio
la derrota
la traición
toda esa basura.
quédate con la cerveza,
la cerveza es
continua sangre.
una amante continua.
agarra una buena máquina de escribir
y mientras los pasos van y vienen
más allá de tu ventana
dale duro a esa cosa,
dale duro.
haz de eso una pelea de peso pesado.
haz como el toro en la primer embestida.
y recuerda a los perros viejos,
que pelearon tan bien
Hemingway, Celine, Dostoievski, Hamsun
si crees que no se volvieron locos en habitaciones minúsculas
como te está pasando a ti ahora,
sin mujeres
sin comida
sin esperanza...
entonces no estás listo
toma más cerveza.
hay tiempo.
y si no hay,
está bien igual.
Charles Bukowski

05 agosto 2006


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Capitulo 7

Mientras iba bajando, el viento matutino me golpeaba suave en la cara. Hacía frío, las heridas en mi cuerpo me ardían y los huesos me dolían, cada paso que daba me hacía doblarme e cada vez más, en posición fetal. No había apuro, era sólo yo y el cerro, la calle y los árboles que la acompañaban. El cielo estaba celeste paquete de vela y los pequeños rayos del sol se asomaban tímidos por la cordillera, los pájaros comenzaban su sinfonía, esos cantos mecánicos que adornan las madrugadas capitalinas.
Me sentía solo, no había huellas a mis espaldas, ni autos, ni pájaros volando, ni muchos sonidos particulares. El silencio era un todo, un envoltorio, una esfera que me atrapaba y me aprisionaba. Un vacío que me perturbaba y me hacía sentir pequeño.

Cuando bajé del Manquehue, me percaté que estaba muy cerca de la casa de Andrea. Algo desde mi interior me impulsaba a ir. Tal vez no estaba, tal vez no perdía nada intentando verla, solo verla. No quería ser parte de su mundo, ni despertar la inocencia de su sueño. Pero me hacía falta, su mirada indiferente y su universo distante, ese que no podía llegar con nada. Ni siquiera ser su amigo bastaba, ya estaba muy lejos de poder serlo. Había un odio que nos separaba y nos hacía estar cada vez más ajenos, inalcanzables.

Su casa era como de dos pisos, un patio inmenso y unas rejas pequeñas. El auto de sus padres estaba estacionado. Podría ser fin de semana. La verdad, es que no tenía mucha noción del tiempo, tampoco que hora era. Miré alrededor y todo lo que había era calle y casas parecidas a las de Andrea, todas del mismo color y con autos casi similares. No había gente, era más fácil para mí pasarme.
Salté.

Su pieza daba al patio, pasé cuidadosamente por el auto, para no hacerlo sonar y llegué hasta su ventana. Estaba allí, dormida, lejos de todo el mundo, soñando con todos menos conmigo. Este era el sentimiento que me dominaba, el de no pertenecer. Ser parte de todos, pero sentirme lejos de todos. No poder tocarla me hacía enojarme más, pensar en el accidente, en José y en todas las cosas que habían pasado en estos días. Me sentía voyerista. Me sentí mal.