23 junio 2009

Manuel Gatti: lo nuevo de la música chilena

Para mí el nombre de los Blops y su música hacen que recuerde inmediatamente a Pink Floyd, no lo sé es extraña la comparación. Son contemporáneos, pero las diferencias culturales y musicales son notables, unos hacían lo suyo en Inglaterra y los otros se movían en el emergente escenario rockero de los sesentas y principios de los setenta en Chile. Tal vez para mí el nombre de Eduardo Gatti y su guitarra éntre en un juego de homologación con su colega David Gilmour.

Siento que Gatti fue el Gilmour que necesitaba Chile en su tiempo.



¿Por qué todo esto? Su hijo “debuta” – y lo pongo entre comillas porque de debutante no tiene nada, ya que toco en el grupo Micropop, que tuvo poca mediatización- ha sacado su primer disco como solista y lo está vendiendo por internet. Interesante propuesta la de Manuel Gatti, tiene claro que el comercio disquero está en decadencia.

Su propuesta es un verdadero rescate, posee riffs y sonidos bastante particulares en el rock clásico, tiene una onda setentera en su música, pero sin perder ese sonido pop que nos hace inevitablemente volver al nuevo milenio, al ruido del Transantiago y a los problemas de la Influenza en todo el país.
Aún así no se queda al medio, atrapado en una época o en otra, logra zafar con un sonido nuevo y bastante fresco.

Les dejo su myspace para que se hagan su propia impresión ustedes mismos.

22 junio 2009

Pupurri
Recuerdo haberme subido a los árboles en el campo para ver la puesta de sol.

La canción Rider on the Storm de los Doors, me recuerda una noche de lluvia en el Canelo.

Un invierno helado vi a un hombre con chalas.

Trate de escribir un libro de viajes inspirado en el Che Guevara, Mafalda y Ana Frank. Tan sólo escribí una página.

Cuando viví en México, al primer día quise volver. Cuando me tenía que ir, me quería quedar.

Cuando estuve en México, traté de escribir un libro de viajes. Tan solo escribí tres páginas.

No sirvo para escribir libros de Viajes.

Odio los clichés del amor, como invitar al cine a la pareja o regalar flores a cada rato.

Regalo flores cuando peleo con mi novia.

Recuerdo que la primera vez que hice la cimarra, me descubrieron escapándome por la ventana del colegio.

Me inventaba enfermedades para quedarme en casa y ver el matinal, aún recuerdo el ¡Buenos días Patitoooo!

Por casualidad terminé durmiendo en un prostíbulo cuando estaba mochileando. También bajo un puente.

Recuerdo que descubrí el valor de la amistad mochielando. En la universidad la envidia y en México la soberbia.

Recuerdo que me gustaba usar el pelo largo, no bañarme y dejarme barba. Ahora tengo el pelo corto, me baño todos los días y no me gusta tanto la barba.

A los dieciocho no quería crecer.

Recuerdo que quería escribir un libro cuando niño, ser pirata y Peter Pan.

Recuerdo que veía a los escritores como dioses, seres que estaban todo el día leyendo y estudiando el arte de escribir. Cuando crecí, descubrí que no eran ni semi-dioses ni grandes hombres del saber. Tan sólo escribían.

Recuerdo haber tratado de escribir un libro varias veces. Ahí es cuando volví a creer en los dioses de la literatura.

Cuando niño coleccionaba cómics, el que más me gustaba era el Corto Maltés. Todavía los junto, pero me da vergüenza.

18 junio 2009

El amor por tocar

Interpretar un instrumento es como tocar a una mujer, hay que hacerlo lento, con cuidado y precisando hasta el mas mínimo detalle. Se necesita dedicación y, sobre todo, para conocer el elemento que se está tocando; ya sea un bajo, un saxo, una guitarra o una batería, se necesita, al igual que para tratar a una bella dama, mucho amor y por sobre todas las cosas del mundo, paciencia.



Hace no mucho tiempo, conversando con un amigo, le pregunté cómo había aprendido a tocar la armónica. Él, sin estudios musicales formales, me respondió: descubrí ese sonido mágico cuando me di cuenta que era como besar a una mujer, ahí entendí cual era la verdadera ciencia del instrumento.
La música es pasión, sentimiento, amor. La música es elitista y caprichosa, no permite sonidos apurados o descoordinados, si se va a tocar tiene que ser como si fuera la última vez, frente a Dios en el juicio final. Al interpretar se tiene que mostrar todo el tiempo que se estuvo ensayando, la tristeza o la alegría del momento, recordar el pasado, ser actor frente a un público, hay que cautivar los corazones.

Si hay algo que ni la política, las guerras y las revoluciones pueden hacer, es traspasar y romper la barrera de los estratos sociales, la música sí. Ludwig Van Beethoven, fue el músico más rupturista de su época, implementó la voz humana en una sinfonía y consiguió dar el gran paso a la siguiente etapa, de dejar atrás las estructuras y reglas del clasicismo para pasar al romanticismo, esto provocó que su música fuera criticada por todos. Fue él quien sacó la música clásica de los grandes salones, de la aristocracia y la llevó a un plano popular. En otras palabras Beethoven fue, como lo que hoy podría serla Cumbia, que se baila en una población o en una reunión de alta sociedad.

La música cautiva hasta los más cerrados, uno de los últimos conciertos de Beethoven en el teatro de Viena, parado dirigiendo a la orquesta hace una señal para que entre un coro gigantesco, la 9 sinfonía se daba a conocer en público. Terminada la canción el músico voltea y ve que nadie aplaude. Él con una sordera casi total, se disgusta porque cree que la composición no fue de gusto popular. Desde ese día, una vez al año, se toca la novena sinfonía en el teatro de Viena y el público tiene prohibido aplaudir y esto se hace porque el acto de un aplauso es para incentivar a los que están comenzando, para alentar a los músicos, pero Beethoven aquel día no recibió aclamación pues había llegado a lo más alto y aplaudir sería una ofensa para un genio, para alguien que no comprendió lo que pasaba, pero que sí sabía tocar, amar, sufrir y llorar interpretando su instrumento y haciendo lo que mejor podía hacer, su música.


14 junio 2009

Es un comercial Ingles de una compañia de celulares y muestra el poder de la música y el baile. Notable


10 junio 2009

El opio del pueblo


¿Se han preguntado por qué nunca una mujer ha hecho un asado? Porque ese metro cuadrado, es exclusivo de los hombres. En la cocina, ok, respetable, pero para una parrilla el ser masculino está hecho para eso, para ese metro cuadrado.

Para los doce pasos. Para el futbol.

La mujer jamás va a entender lo que es mojar la camiseta, llorar por un penal, gritarle al árbitro un garabato bien puesto. No va a entender lo que es esa pasión. El opio del pueblo, la válvula de escape, ese grito metálico que suena en la barra, que llenan estadios y que gritan a coro un fuerte gol que retumba por todos lados en la ciudad.

Para el hombre casado es la infidelidad perfecta, el “arranque dominguero”, que se pasa de generación en generación, como cual leyenda se pasa del hombre sabio al joven principiante. El futbol es familia. Es de machos, es de padre a hijo, es una clave secreta que manejamos los hombres y, que al igual que la mujer; con sus compras, sus llantos de mitad de mes, su entiéndeme soy mujer, la locura del “yo mando”, jamás podrán entender la marraqueta sabrosa después de una victoria, no entenderán el futbol y su ciencia.

Entiéndase que nuestro país tiene presidente mujer, que la igualdad de sexos, que los derechos, que ellas también pueden hacer lo mismo que los hombres. Pero en el futbol, no señor, este es un campo en que aún no descubren la técnica. Lo juegan por compromiso, no por gusto, por ser iguales, pero son pocas las que entienden el grito del gol, el tiempo de descuento y el cambio de camisetas- ¡Que felices seríamos los hombres con esa última parte!-.

Como dijo un gran amigo llamado Coco Legrand, el hombre expulsa, la mujer retiene. En el futbol es igual, el hombre chutea, grita, llora, salta, se expresa con plenitud en un estadio, la mujer en cambio, se queda en la casa, atiende a los anfitriones futboleros, a los DT de living. Es esto lo que nos diferencia de la mujer, nosotros hacemos goles, ellas atajan penales.