08 enero 2006

Pienso escribir una semana de este personaje y sus historias, así el texto pueda terminar como un cuento largo...

La alternativa de los baños públicos.
Domingo:

No se por qué pero este día tiene la característica de ser triste, como un primero de Enero en donde todo el mundo se abraza a las 12:00 y juegan a destruir sus vidas para empezar un año “renovado”.
Hoy no es primero de enero, pero es domingo y eso es suficiente para que toda la nostalgia se acapare y me haga sentir mal.

He tratado todo el día de no pensar mucho y ahora, a las 10 de la noche, vuelvo a la rutina en la casa de un desconocido, amigo de un ex compañero. Veo caras conocidas y comprendo que hemos madurado un poco. La prueba que dimos hace cuatro días atrás pareciera habernos hecho madurar.
El tema aquí es bastante recurrente y poco original: “¿como te fue? O ¿Qué querí estudiar?”. Supongo que no quiero pensar mucho en eso, tampoco imaginarme de lo que será mi futuro, por ahora no.

Ya es bastante tarde y nos terminaron echando a todos de la casa donde estábamos por bulliciosos. Al lado mío está Patricio, un buen amigo que siempre está con su silencio apoyándome, creo que esa es su mejor arma.
Camino un poco más y me dan unas inmensas ganas de ir al baño y como en la calle no hay baños públicos, terminé meando en la fachada de una casa. Estaba bastante mareado como para pensar en esconderme detrás de un arbolito y hacer ahí todas mis necesidades. La casa era bonita, igual a la mía, idéntica a todas las casas de este barrio. Tenía todas sus luces apagadas y me hacia suponer que no había nadie. Patricio estaba un poco más lejos haciéndome señas que yo no entendía y tampoco le daba mucha importancia.
Para mi sorpresa llega el dueño de la casa, imponente sobre su auto, iluminándome la espalda y parte de mi cara.

-Que te pasa huevon, que te vení a mear en mi casa. Me dice sobre su auto, que ahora me había dado cuenta que era un yaris gris del año.

-Puta disculpa, pero no me di cuenta. Respondí

Trato de buscar a Patricio para que me ayude a salir de aquí, pero él ya estaba corriendo hace rato calle abajo. Sabía que estábamos en problemas y el Pato no me quiso ayudar, con su silenciosa presencia.

-Señor, sabe, me tengo que ir. Le digo en el tono mas infantil posible, hasta mi me parece algo absurdo.

-Tú pendejo no te vas para ningún lado, voy a llamar a los pacos.

Escuche la palabra pacos y tan solo atiné a correr. Supongo que di un poco de respeto, porque el caballero del auto ni se bajó para perseguirme. Corrí calle abajo y quizás un poco más, corrí como nunca antes lo había hecho, con miedo y rabia, rabia por encontrarme siempre solo cuando necesito a alguien. Alguien me grita entre unas ramas y la oscuridad de los árboles. Era Patricio.

-Oye maricon, porque no me avisaste.
- Puta huevon y que querías que hiciera, ¿que te gritara acaso?

-Mínimo po pelota, ahora seguramente el viejo llamó a los pacos y me tienen que andar buscando.

-Relájate, si no es para tanto.

Patricio siempre me pide que me relaje, Será porque nunca se mete en problemas y tampoco ayuda mucho cuando yo los tengo. Ahora me cuestiono si realmente vale la pena tener a alguien así como amigo, bueno lo conozco desde que entré al colegio y mi mamá lo odia, porque lo encuentra muy vago. Yo también tengo algo de vago en este momento, no sé como me habrá ido en la maldita prueba y tampoco quiero pensar en lo que venga después. No soy ni estudiante ni nada. Ahora me siento como una carga para el país y para esta sociedad.
El Pato no se preocupa nunca de nada, me ha dicho que quiere vivir con sus padres hasta los 35 y yo lo encuentro de lo más poco normal. Tampoco sabe que quiere estudiar, así que no sé que hará este otro año, supongo que seguir fumando marihuana con el bong que compramos en la gira a brasil o pasarse toda una semana en mi casa, sin impórtale que yo este. El siempre es el remplazo cuando yo no estoy, aunque mi mamá lo odie, le tiene cierto cariño. Total igual es mi amigo.

-Mira ahí va el auto del viejo. Me dice apuntando el yaris gris.

-Ya, mejor ándate a tú casa. Porque hoy no pienso prestarte mi cama para que duermas, llevas un mes aquí.

-Será po. Y se fue corriendo, como lo hace él. Todo deforme.

No me había dado cuenta, pero seguramente por instinto, había llegado a mi casa. Así que entre los más callado posible para no despertar a nadie.
Entro a mi pieza y veo un bolso sobre mi cama que me recuerda que mañana me voy a la playa con mis ex compañeros.
Abro los cajones y no hay ropa, tenía que plancharla. Veo la cómoda y me doy cuenta que tampoco tenía plata. Así que voy a tener que levantarme temprano para recordarle a mi mamá que mañana me voy.
Son las 4 de la madrugada, el tiempo pasa rápido cuando uno anda haciendo estupideces, y saco la plancha, la enchufo y me quemo la mano con la lata que deja la ropa estirada.
Las cosas no me pueden seguir saliendo mal, ha sido el peor domingo de todos.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

me gusto el cuento compadre...encontre que ta bien hecho el relato..onda una historia entretenida y rapida...te felicito loco ..poque el talento esta, tienes que pulirte mas, total esta claro que la practica hace al maestro.ajajaj.ya compadre cuidece nos estamos viendo ..bye

Alejandro Jofré dijo...

el otro día venía de una tocata tipo 3 am y la calle estaba vacía. con mi suerte, sabía que justo al momento de desenfundar aparecería un auto o algo así. busque algún lugar en una cuadra residencial y me acordé de esta columna jojo