20 enero 2006

Escrito en I medio el 2001
Los pasos de la soledad.





Caminaba con gran mesura por esa larga vereda a un costado de la Costanera, acompañado de esos estáticos titanes de madera quienes lloraban sus abrigos producto del incontrolable clima otoñal que llegaba fugazmente y sin aviso, con aires de un cambio inalterable.

Me divertía mirando como las hojas bailaban inertes al compás del viento. Observaba entre esas luciérnagas que revoloteaban en la calle, unos ojos que brillaban atentos en las barandas del Mapocho el momento más oportuno para extender sus oscuras alas y con sus garras tomar por suyo lo que no les pertenecía.

Más abajo vivían espectros quienes no conocían la luz del día, quienes el destino los forjó a estar incomunicados, ser masas que vagan sin rumbo o registro alguno, a orillas de un río de colores oscuros y podridos, con olores provenientes de los sectores mas acomodados.
Ellos nada esperaban de la vida y esta no esperaba nada de ellos, pero estaban ahí como una estampa que la sociedad escondía.

Paralelo a esto estaba otro camino con nombre de algún santo, dando un énfasis al mismo cerro de concreto que se levantaba sobre todas nuestras cabezas.
Donde residían gentes que pendían de un hilo de distintos tamaños, donde las almas paseaban por sus largos pasillos y otros que trataban de traerlas a sus cuerpos.
Pero eso era imposible, porque allí habitaba un guardián de mascara oscura, borrosa como el crepúsculo donde se juntaba el día y la noche. Quien se dedicaba a cortar todos los sueños, ilusiones, los hilos de los que estamos aferrados. El reía y decidía el viaje de todos nosotros.
Esperaba en el umbral de las blancas paredes, sacaba cuentas y conversaba con alguien eternamente. Luego se acercaba, abría sus lánguidos brazos y arrullaba a sus víctimas, tomando todos sus recuerdos, dejando un último suspiro.
De pronto vi que se asomaba por lo más alto del edificio dando un vistazo a todos sus dominios. Su mirada se posó en mí inconscientemente, intercambiamos ideas con un saludo y luego se difuminó con la noche.

Levantaba el cuello de mi abrigo para que el frío no corroyera mas mis gastados huesos, mis pasos eran cada vez más frágiles y pausados, sentía que alguien me perseguía imitando mis pisadas, percibía su insistente mirada en mi nuca, un hielo recorría mi espalda y la desesperación se hacia cada vez mas notoria. La respiración se agitaba, la angustia dominaba mi cuerpo y se anudaba en mi garganta.

Tras pasar un buen rato así me arme de valor y giré la vista, dándome cuenta que no había absolutamente nadie; solo era un producto de la imaginación. Ahí comprendí que mi soledad me estaba acompañando en este largo viaje, apoderándose de mi cuerpo para luego materializarse y atormentarme.
Los pasos desaparecieron y me empecé a sentir aun más solo. Dejé de caminar, el cielo me miro con misericordia.
Lleve estas viejas, gastadas y trabajadas manos a mi cara y caí en un profundo mar de lágrimas.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Atrae de sobremanera la ficciòn, pero creo que esta posee una alta dosis de realidad, una realidad escondida(aunque parezca contradictorio)
El subconciente humano opta por lo general a esconder lo indeseado y a sacar a la luz sueños, impulsos. Por ejemplo en los dibujos (que es lo que me harìa rendir), el artista sin quererlo quizàs, grafica imàgenes de ideal, asì al dibujar una figura humana, el creador personifica a un X el cual es para èl, atractivo visualmente, un "perfecto". Tal como la visiòn elige siempre mirar primero hacia la derecha superior, el escritor impulsivamente da a conocer su interior "ficticio".
Asì la ficciòn de los cuentos (especialmente de los breves) expresa de manera evidente algo escondido en el escritor. Va mas allà de lanzar un cuento, una historia, va en lanzar un dardo que de justo en el punto negro deseado. Sì, deseado, y no por eso avergonzado. Casi siempre averguenza a las personas lo que desean. La verguenza apremia nuestra libertad natural.

Ya, despues del vuelo, y asegurando que el cuento "ficticio", al fin y al cabo, nos relata realidades, me despido......
Felicitaciones al "cuentero"
*PIA*