13 noviembre 2005

Este fue el segundo aporte para la revista Paniko http://www.paniko.cl
EL Primo.


Ayer fue un día de esos que mi mamá podría decir que eran de junta familiar, por lo general nunca vienen mis parientes a la casa, por eso tenemos que atravesar todo Santiago para llegar a la casa de mi tía, que no estoy muy seguro de que grado porque hermana de mamá no es. Allá tendríamos que dar el ejemplo, bien vestidos, bien empaquetados, como mesa de cumpleaños. Por lo general mi vieja ni se preocupaba como iba yo. Lo único que esperaba era que dijese que entraría a estudiar en una universidad estatal, que no estudiaría por ningún motivo música ni letras. Tendría que mentirles una vez más con lo de aspirante a medicina o derecho como mi padre. La verdad que no quería ni lo uno ni lo otro, tan solo quiero darme un año sabático y ver en que desperdiciar mi vida. No es que no tenga nada claro pero no le hace mal a ningún estudiante quitarse el estrés de 13 años completos de estudio.


-Llegó un primo tuyo de Holanda, no lo conoces, pero tiene tu edad y habla español. Aunque le podrías pedir que te enseñara un poquito de inglés porque Lars lo habla muy bien.- dijo mi madre mientras manejaba por Vitacura hacía arriba.


-¡Genial! -pensé, ahora tendré que entretener al extranjero toda la tarde. Más encima tiene el mismo nombre que el perro de mi vecino y yo lo único que quería era comer y subir a jugar el computador o el msn, que no estaría nada de mal. Pero no, claro. Quizás hablé como los típicos europeos que agarran para el leseo en la tele y sean de esos que todo lo encuentran bueno. Esta va a ser la oportunidad para dejar al chileno bien parado. Lo voy a invitar a jugar a la pelota, seguro que es malo o le voy a pedir que compre un cd de la Christell en la disquera del Felipe, lo más probable es que quede como el hazme reír del local. Después de todo es mi primo y el mal rato va a quedar en familia. A pesar de hablar español, no conoce nada de aquí así que aprovecharé de hacerle un buen tour por la capital.


-Tomás, hijo, llegamos- me mira por el espejo retrovisor y se aprovecha de arreglar su pelo. Se acordó que lleva a la oveja negra detrás. Me miró, algo va a decir.- ¡Arréglate ese pelo niñito que pareces cualquier cosa menos hijo mío!- si hay alguien que conozco mejor en mi vida es a mi mamá, me sé sus diálogos de memoria. Es como cuando te repites una y otra vez alguna película de súper héroes, sabes siempre que el villano tiene que morir tarde o temprano.


Ahora comienza mi espectáculo, mi mejor tratado de comercio, la solidificación de dos países distintos. Aquí vamos a ver quien es el más fuerte. Se abre la puerta.


-Hola Tomás, tanto tiempo sin verte-habla la tía.

-Hola tía…claro mucho tiempo- respondo.

-Pasa niño a saludar al resto, te tenemos una sorpresa- El holandés, pensé.


Ahora comienza el recorrido del saludo, sería mucho más simple si con un hola para todos bastara y subiera al tiro a la pieza del computador.


Me aprietan la cara, si hay algo que más detesto es que estas señoras hediondas a leche asada me aprieten la cara, miro de reojo y veo al objetivo. Ahí esta sentado hablándole a los maridos de todas estas viejas buenas para el té. Seguramente les debe estar hablando del barrio rojo de su país. Si algo sé de Holanda es gracias al pelado Santander, su padre viaja todo el tiempo, y lo que más le trae son cigarros, revistas porno, tragos raros y postales. Recuerdo que un día llevó al colegio un catálogo donde salían todas estas mujeres rubias, algunas pero muy pocas negras, y alguna que otra latina por ahí. Todas ordenadas por nombre, sus medidas, el costo y su especialidad. Como una guía para comprar perros, cuál te conviene más según tú tipo de personalidad. Estaba toda la revista en inglés, pero eso no fue problema, porque el pelado se maneja en los idiomas.


-Siéntese junto a su primo para que conversen- dijeron entre la bulla del living.

Pero parece que entendió perfectamente y se paró rápido de su asiento.

-Tú debes ser Tomás- me dijo. La manera de hablar era entre francés aprendiendo el español y de esas brasileñas que vienen a bailar al país, el acento ya se me hacía gracioso.

- El mismo. Y tú debes ser Lars.- Como el perro de Bastián, pensé.

-Salgamos, ya me tiene cansado que me pregunten cosas de mi país- Respondió.


Después de todo me salió rápido el cabro, al fin y al cabo es de mi sangre. Tampoco pretendía quedarme mucho rato dentro de la casa, ya que el computador no lo iba a poder ocupar porque estaba con este holandés. Así que tenía pensado pasar un rato a la disquera del Felipe, para que me regalara algún disco de rock psicodélico, esa música ya casi no se escuchaba por acá así que me los terminaba regalando o los vendía súper caros.
-Sentémonos un ratito en la plaza mientras me fumo un cigarro- me dijo

-Será. El que está de visita por aquí eres tú. Más rato podríamos jugar a la pelota.

-No me gusta el football.

Me cagó. Con una sola respuesta liquidó todo el plan "humillación extranjero", aún me queda el último as del mazo: Felipe.

-Podríamos ir donde un amigo que vende cds.

-No gracias, I don't want go… ¿Como se dice?

-Se dice, no quiero hacer ninguna hueva contigo- Le respondí, ahora de qué crestas le hablo a este gringo a lo europeo, no tengo nada más que hacer. Voy a esperar que me diga algo o si no aburrirme todo la tarde en esta plaza. Aquí todo el mundo viene a pasear al perro, otros barren o riegan las entradas de sus casas. Es como la programación día domingo seis de la tarde. Mientras este otro no me habla, prefiero quedarme mirando toda esta gente sin problemas, forradas en plata.

-Te traje un regalo- me dijo sonriendo.

-¿Y como qué puede ser?

-Unas pastillitas de menta traídas directamente de Holanda, son las más ricas de allá.


Se las acepté y me las metí a la boca, no puedo creer que exista un ser más tonto que este. Me da unas pastillitas como regalo y cree que con eso arreglamos todo, yo iba a ser Pedro Urdemales contra el diablo, me lo iba a embarrar fuera como fuera y ahora se me había ido todo a las pailas.
Después de todo las capsulitas no estaban tan malas, picaban harto pero después de un rato empecé a sentir su voz cada vez más lejana, de a poquito se transformaba en un pito que silbaba sobre mi oído, las pupilas se me achicaron a tal punto que veía todo distorsionado, sentía los latidos del corazón, la respiración y como pasaba la sangre por mis venas. A pesar de todo lo que estaba sintiendo pudiera sonar aterrador, lo mío era distinto, había una paz impresionante en mi cuerpo y en mi mente, por un momento dejé de pensar en todo lo que me aproblemaba, miraba a Lars y su sonrisa de cómplice me dejaba aún más tranquilo. Después de todo no era malo este hijito de papá, lleno de euros en su billetera.
Mi mamá salió de la casa, y se asomó a la plaza. Como era de esperar me gritó.

-¡Tomás nos vamos!

-¿Que dijo esta vieja neura histérica?- le dije a Lars.

-Que te vas a tu casa. Bueno un gusto y espero que te hayan gustado las pastillitas- dijo sonriendo-Mañana juntémonos ¿vale?

-Hasta mañana primo, que bueno haber conocido a alguien tan buena gente. Pensé que ustedes los europeos eran mala gente, pero no ustedes son ¡puuuura buena onda!


Luego me paré y me fui volando hasta el auto, me senté atrás y me puse a ver el paisaje. Abrí la ventana y el aire entraba fresco, con olor a campo, como cuando íbamos a la parcela de la abuela. El cielo estaba preparándose para oscurecer, era de esos atardeceres de película, todo color anaranjado y a lo único que le llegaba una luz fuerte era a la cordillera, imponente sobre Santiago y yo estaba súper cerquita de allí. Mañana paso a buscar al holandés y vamos para allá, seguramente no es tan grande como las de Europa pero le va a gustar. Capaz que dentro de su felicidad me regalé otra pastillita.
El auto ya iba bien rápido por Tobalaba, cerca de donde hacen vinos y todo ahí era muy campestre. Por la ventana veía como todo pasaba rápido como cuando uno aprieta fase forward en una película. Estaba feliz, tranquilo. Hasta que ese placer lo arruina la voz de mi vieja.


-Tomasito, hijo, ¿como le calló Lars?

-Bien mamá es re simpatico, hasta me regaló unas pastillas que trajo de Holanda, eran de menta.-respondí

-¿Y como se llamaban las pastillas para encargarle a su mamá?

- No me acuerdo, pero estaban ricas.

1 comentario:

Alejandro Jofré dijo...

buenas. saludos y espero seguir leyéndote en paniko