Sin editar.
Sacándome el uniforme.
Las 7 de la mañana, se prende el equipo y suena en la radio Wonderwall de Oasis. Me acuerdo inmediatamente de Sofía, con esta canción tiramos en la fiesta de Gustavo. Me acuerdo que le había pedido al dj que la tocara. Con esta me la jugaba todo por ella, y finalmente resultó. Las primeras notas de la guitarra comenzaban a sonar y ya nuestros labios estaban rozándose al compás. Nos atraíamos en ese entonces, luego, nunca más le volví hablar.
Ahora estaba dentro de la ducha preparándome para ir al colegio. Siempre que estoy dentro del baño hago grandes pensamientos, ya sea en la ducha cuando el agua recorre mi cabeza o simplemente sentado en el water, lo extraño que una vez salido de esa helada pieza todas esas grandes conclusiones, que generalmente son los existencialismos máximos de mi vida, se disuelven.
Pero ahora no se me iba a olvidar el plan, no podía perder mi último día como alumno en el colegio, tenía que confesarle a Sofía (como escolar de IV 1/2) lo que sentía por ella antes de que partiéramos por distintos rumbos.
Mi papá siempre me comentaba que una vez saliendo del colegio todo se va un poquito a la mierda, los profesores ya no te entregan certezas para tu vida, sino es uno el que tiene que buscarlas. Mis profesores jamás me enseñaron a hablarle a una mujer, nunca tuvimos ese interesante ramo dentro de nuestras asignaturas, esa regla esencial en la vida nunca me la entregaron. Por lo tanto este día tenía una sola certeza, la que había tratado de buscar hace tanto tiempo atrás, Sofía.
Me subo al Transantiago, moderno y equipado, para variar me tengo que ir parado. Lo peor de todo es que este lindo vehiculo casi no tiene asientos y si estas felizmente sentado preparándote para dormir una reconfortante siesta pre-ingreso-al-colegio, nunca faltan las viejas que te ponen caritas para que les des el asiento. Es terrible ser escolar y soportar al micrero de turno o que te traten mal por ser chico. Por suerte hoy se acababa mi lamento.
Mientras el chofer puteaba a medio mundo con que se apretaran para el espacio, que la puerta, que señora no se tire peos, que le faltan 10 pesos para el pasaje, que apúrate huevon de adelante que tengo que pasar a la 430. Yo pensaba en como iniciar mi declaración final. Sofía, puchas, te quiero mucho. Una lata tener que decirtelo justo en este momento que ya nos vamos yendo del colegio, pero no importa, lo que yo siento por ti es mas fuerte que cualquier distancia y que tú vivas en Melipilla no significara que nos dejemos de ver.
Todo listo, estaba la primera parte que era la mas fundamental lista ahora faltaba el factor lugar y momento indicado, seguro que llegando al colegio lo iría a encontrar.
-Buenos días Matías, que lo pase bien en su último día. Me decía la Inspectora en la puerta del colegio.
-Buenos días Inspectora, muchas gracias.- Respondí, vieja de mierda- Fue lo primero que pensé después de esas cínicas palabras.
Subí las escaleras una por una, decidido a pescarla de un brazo, llevármela a un rincón y confesarle mi amor, quizás hasta la bese pero sin Oasis de fondo.
Abro las puertas de la sala y miro hacia la esquina, donde nos sentamos Gustavo y yo, pero hay algo que no esta bien. Sofía está sentada en mi puesto y Gustavo le dice cosas en la oreja. Ahora se le acerca y le da un beso, de esos que me hubiesen encantado darle a ella.
Los veo y se ven bien, no lo niego, pero hubiese preferido estar en el lugar de mi mejor amigo, ahí juntito a Sofía, por ultimo para despedirme de ella.
Al final de cuentas, como premio de consuelo, me terminé sentando al lado de ellos.
Suena el último timbre, el de salida. Todos lloran y prometen volverse a ver, que la amistad nunca se va a acabar. El profesor se despide diciendo que cada uno pueda cumplir sus sueños. O sea, quería decir lo mismo que mi papá, que ojala no nos fuéramos un poquito a la mierda. Tengo pena de no poder decirle todo lo que siento, Gustavo esta ahí para impedirlo, de sobra no lo hace nada de mal. Quiero que desaparezca antes de que esta niña de los ojos color almendra se vaya y no la vea nunca más. O quizás la vuelva a ver, 25 años mas tarde, cuando hagamos la junta de ex alumnos. Pero ya no va a ser lo mismo, seguramente se terminara casando con un gordo forrado en plata, que le dará 5 hijos y en la junta nos contará que está de lo mas ansiosa esperando que el doctor le de una hora para hacerse la cirugía o la liposucción. Después de 25 años nada es lo mismo.
-Sofía, ¿me das un minuto antes de irte? Le alcanzo a decir en la puerta del colegio, Gustavo ya está bastante lejos como para que nos vea, creo que se quedó en la sala organizando una fiesta en su casa.
-Sí dime ¿te pasa algo? Responde con una sonrisa.
-Emmmm… sí, sabes, lo que me pasa es que me gustas mucho, después de lo de la casa de Gustavo no te he podido sacar de mi mente.
-Pero eso pasó hace mucho tiempo atrás Matías, 4 años es harto y lo suficiente como para olvidar a alguien. ¿No crees?
-Es que contigo es distinto, me hiciste sentir bien, que no era solo el amigo de Gustavo sino que alguien más importante.
-Yo nunca te he visto como el amigo de Gustavo, tú siempre fuiste y serás especial para mí, te quise mucho, pero me evitaste después de la fiesta. Y eso fue suficiente para olvidarte. Que ahora esté con Gustavo no significa que no podamos seguir hablando o que seamos amigos como antes, nunca es tarde para comenzar una amistad.
-¿Y Gustavo?
-Y Gustavo nada, con el salgo hace mucho tiempo, el es tú mejor amigo. Y me llena, me hace sentir bien, llena lo que tú no llenaste Matías. El me tomó en cuenta.
Me doy cuenta que esta conversación ya no va para ningún lado, que perdí como en la guerra, Gustavo le robó el corazón y contra eso no puedo luchar. Por lo menos me queda el consuelo que fui derrotado dignamente.
-¿Nos estamos viendo? Me pregunto.
-Hasta 25 años más, en la junta de ex alumnos. Respondí
-¿Y por qué tan drástico?
-Porque sí en 4 años no se me ha pasado lo que siento por ti, espero que en 25 años las cosas cambien.
-Si van a cambiar, tenlo por seguro...Hasta entonces. Y Sonrió como nunca lo había hecho, se estaba despidiendo de la manera sencilla.
-Hasta entonces Sofía. Y me fui.
Llegué a mi casa, tiré la mochila y entre al baño. Me miré al espejo y comencé a sacarme el uniforme, ya no era el mismo. Las cosas ya se me habían ido un poquito a la mierda, recién había salido del colegio y ya estaba frustrado, ya era en parte un adulto. Me estaba sacando la corbata y me imaginé 25 años mas tarde, cuando las cosas tendrían que cambiar, ¿seré el mismo? El espejo no reflejaba más de lo que yo podía ver. No veía el futuro.
Me sentí como mi padre cuando entra al baño y se saca el uniforme del trabajo. Todo frustrado por lo que nunca pudo ser, desabrochándose la camisa, arrepintiéndose de porque jamás le dijo que la amaba. Sacándose el cinturón y recordando los rostros de cada uno de sus compañeros, amigos de aquel entonces. Ahora seguramente se los topa en las calles diariamente, en el paseo ahumada. No se reconocen, siguen de largo o simplemente se hacen los desentendidos. No quieren competir en ninguna conversación de quien ha cumplido sus ideales o de quien más ha perdido. Su junta de ex alumnos jamás fue, nunca quisieron volverse a ver las caras.
Espero que en 25 años a mí las cosas no me cambien tanto, que siga soñando con las mismas cosas que ahora, si veo a algún conocido en la vereda del frente, cruzar la calle con los brazos abiertos para saludarlo.
Hoy para mí se termina una etapa en mi vida, ya comienzo la siguiente con una frustración. Espero que las cosas entre Sofía y yo cuando nos volvamos a ver sean como cuando sonaba Oasis en aquella fiesta y que el tiempo que pase ahora, sea tan solo una cimarra.