24 noviembre 2005

Mañana paso de ser Alumno a un ex alumno. Es triste terminar etapas, cerrar ciclos...Yo sé que nadie lee estas lineas, así que puedo escribir lo que la puta gana me de... si me va bien publicarían esto en el claneta.
Sin editar.


Sacándome el uniforme.


Las 7 de la mañana, se prende el equipo y suena en la radio Wonderwall de Oasis. Me acuerdo inmediatamente de Sofía, con esta canción tiramos en la fiesta de Gustavo. Me acuerdo que le había pedido al dj que la tocara. Con esta me la jugaba todo por ella, y finalmente resultó. Las primeras notas de la guitarra comenzaban a sonar y ya nuestros labios estaban rozándose al compás. Nos atraíamos en ese entonces, luego, nunca más le volví hablar.

Ahora estaba dentro de la ducha preparándome para ir al colegio. Siempre que estoy dentro del baño hago grandes pensamientos, ya sea en la ducha cuando el agua recorre mi cabeza o simplemente sentado en el water, lo extraño que una vez salido de esa helada pieza todas esas grandes conclusiones, que generalmente son los existencialismos máximos de mi vida, se disuelven.
Pero ahora no se me iba a olvidar el plan, no podía perder mi último día como alumno en el colegio, tenía que confesarle a Sofía (como escolar de IV 1/2) lo que sentía por ella antes de que partiéramos por distintos rumbos.
Mi papá siempre me comentaba que una vez saliendo del colegio todo se va un poquito a la mierda, los profesores ya no te entregan certezas para tu vida, sino es uno el que tiene que buscarlas. Mis profesores jamás me enseñaron a hablarle a una mujer, nunca tuvimos ese interesante ramo dentro de nuestras asignaturas, esa regla esencial en la vida nunca me la entregaron. Por lo tanto este día tenía una sola certeza, la que había tratado de buscar hace tanto tiempo atrás, Sofía.

Me subo al Transantiago, moderno y equipado, para variar me tengo que ir parado. Lo peor de todo es que este lindo vehiculo casi no tiene asientos y si estas felizmente sentado preparándote para dormir una reconfortante siesta pre-ingreso-al-colegio, nunca faltan las viejas que te ponen caritas para que les des el asiento. Es terrible ser escolar y soportar al micrero de turno o que te traten mal por ser chico. Por suerte hoy se acababa mi lamento.
Mientras el chofer puteaba a medio mundo con que se apretaran para el espacio, que la puerta, que señora no se tire peos, que le faltan 10 pesos para el pasaje, que apúrate huevon de adelante que tengo que pasar a la 430. Yo pensaba en como iniciar mi declaración final. Sofía, puchas, te quiero mucho. Una lata tener que decirtelo justo en este momento que ya nos vamos yendo del colegio, pero no importa, lo que yo siento por ti es mas fuerte que cualquier distancia y que tú vivas en Melipilla no significara que nos dejemos de ver.
Todo listo, estaba la primera parte que era la mas fundamental lista ahora faltaba el factor lugar y momento indicado, seguro que llegando al colegio lo iría a encontrar.

-Buenos días Matías, que lo pase bien en su último día. Me decía la Inspectora en la puerta del colegio.

-Buenos días Inspectora, muchas gracias.- Respondí, vieja de mierda- Fue lo primero que pensé después de esas cínicas palabras.

Subí las escaleras una por una, decidido a pescarla de un brazo, llevármela a un rincón y confesarle mi amor, quizás hasta la bese pero sin Oasis de fondo.

Abro las puertas de la sala y miro hacia la esquina, donde nos sentamos Gustavo y yo, pero hay algo que no esta bien. Sofía está sentada en mi puesto y Gustavo le dice cosas en la oreja. Ahora se le acerca y le da un beso, de esos que me hubiesen encantado darle a ella.
Los veo y se ven bien, no lo niego, pero hubiese preferido estar en el lugar de mi mejor amigo, ahí juntito a Sofía, por ultimo para despedirme de ella.
Al final de cuentas, como premio de consuelo, me terminé sentando al lado de ellos.

Suena el último timbre, el de salida. Todos lloran y prometen volverse a ver, que la amistad nunca se va a acabar. El profesor se despide diciendo que cada uno pueda cumplir sus sueños. O sea, quería decir lo mismo que mi papá, que ojala no nos fuéramos un poquito a la mierda. Tengo pena de no poder decirle todo lo que siento, Gustavo esta ahí para impedirlo, de sobra no lo hace nada de mal. Quiero que desaparezca antes de que esta niña de los ojos color almendra se vaya y no la vea nunca más. O quizás la vuelva a ver, 25 años mas tarde, cuando hagamos la junta de ex alumnos. Pero ya no va a ser lo mismo, seguramente se terminara casando con un gordo forrado en plata, que le dará 5 hijos y en la junta nos contará que está de lo mas ansiosa esperando que el doctor le de una hora para hacerse la cirugía o la liposucción. Después de 25 años nada es lo mismo.

-Sofía, ¿me das un minuto antes de irte? Le alcanzo a decir en la puerta del colegio, Gustavo ya está bastante lejos como para que nos vea, creo que se quedó en la sala organizando una fiesta en su casa.

-Sí dime ¿te pasa algo? Responde con una sonrisa.

-Emmmm… sí, sabes, lo que me pasa es que me gustas mucho, después de lo de la casa de Gustavo no te he podido sacar de mi mente.

-Pero eso pasó hace mucho tiempo atrás Matías, 4 años es harto y lo suficiente como para olvidar a alguien. ¿No crees?

-Es que contigo es distinto, me hiciste sentir bien, que no era solo el amigo de Gustavo sino que alguien más importante.

-Yo nunca te he visto como el amigo de Gustavo, tú siempre fuiste y serás especial para mí, te quise mucho, pero me evitaste después de la fiesta. Y eso fue suficiente para olvidarte. Que ahora esté con Gustavo no significa que no podamos seguir hablando o que seamos amigos como antes, nunca es tarde para comenzar una amistad.

-¿Y Gustavo?

-Y Gustavo nada, con el salgo hace mucho tiempo, el es tú mejor amigo. Y me llena, me hace sentir bien, llena lo que tú no llenaste Matías. El me tomó en cuenta.

Me doy cuenta que esta conversación ya no va para ningún lado, que perdí como en la guerra, Gustavo le robó el corazón y contra eso no puedo luchar. Por lo menos me queda el consuelo que fui derrotado dignamente.

-¿Nos estamos viendo? Me pregunto.

-Hasta 25 años más, en la junta de ex alumnos. Respondí

-¿Y por qué tan drástico?

-Porque sí en 4 años no se me ha pasado lo que siento por ti, espero que en 25 años las cosas cambien.

-Si van a cambiar, tenlo por seguro...Hasta entonces. Y Sonrió como nunca lo había hecho, se estaba despidiendo de la manera sencilla.

-Hasta entonces Sofía. Y me fui.


Llegué a mi casa, tiré la mochila y entre al baño. Me miré al espejo y comencé a sacarme el uniforme, ya no era el mismo. Las cosas ya se me habían ido un poquito a la mierda, recién había salido del colegio y ya estaba frustrado, ya era en parte un adulto. Me estaba sacando la corbata y me imaginé 25 años mas tarde, cuando las cosas tendrían que cambiar, ¿seré el mismo? El espejo no reflejaba más de lo que yo podía ver. No veía el futuro.
Me sentí como mi padre cuando entra al baño y se saca el uniforme del trabajo. Todo frustrado por lo que nunca pudo ser, desabrochándose la camisa, arrepintiéndose de porque jamás le dijo que la amaba. Sacándose el cinturón y recordando los rostros de cada uno de sus compañeros, amigos de aquel entonces. Ahora seguramente se los topa en las calles diariamente, en el paseo ahumada. No se reconocen, siguen de largo o simplemente se hacen los desentendidos. No quieren competir en ninguna conversación de quien ha cumplido sus ideales o de quien más ha perdido. Su junta de ex alumnos jamás fue, nunca quisieron volverse a ver las caras.

Espero que en 25 años a mí las cosas no me cambien tanto, que siga soñando con las mismas cosas que ahora, si veo a algún conocido en la vereda del frente, cruzar la calle con los brazos abiertos para saludarlo.
Hoy para mí se termina una etapa en mi vida, ya comienzo la siguiente con una frustración. Espero que las cosas entre Sofía y yo cuando nos volvamos a ver sean como cuando sonaba Oasis en aquella fiesta y que el tiempo que pase ahora, sea tan solo una cimarra.

23 noviembre 2005

Escrito el día 22 de noviembre, el 23 fue erl verdero tiempo fuera, sin existencia.
Los tiempos Cambian.


Desperté asustado en la mañana, había parado de llover recién y tan solo ayer habíamos tenido 30 grados de temperatura. Mire el mapa y no estaba en Brasil, tampoco en algún país tropical, ni era un sueño de esos que crees estar despierto dentro del mismo.
Todo era extremadamente real, verano, mi casa en Chile (no tengo otra), mi mamá haciendo el desayuno, el perro ladrando por comida en el patio.
Hacia frío, pero no me extrañaba porque hace no mucho el agua había dejado de sonar en el techo y la gélida humedad post-lluvia siempre es la misma. Prendo la televisión pero aún no hay ninguna transmisión en la televisión abierta, sigo acostado porque el hielo es demasiado y tampoco me quiero levantar todavía, pongo las manos en la nuca y trato de recordar las palabras del meteorólogo el día anterior.

-Señores espectadores, ¡insólito! Producto de una baja presión en la zona costera del país y viniendo unas leves altas presiones desde la Polinesia, les informamos que mañana se pronostican chubascos. Lo más probable es que terminen en la madrugada del día jueves mismo pero vayan abrigados a sus trabajos, ya que vendrá una ola de hielo.

El hombre del clima algo más sabía, se le notaba en la cara, ellos siempre saben un poco más que nosotros, son los chamanes, brujos o machis contemporáneos. Se veía preocupado, había algo que quería comunicar, pero nosotros, los telespectadores, no alcanzaríamos a saber.
Luego el cierre del tiempo y los programas premier nocturnos y los ojos se comenzaban a cerrar solos, me hundía entre las sabanas, un poder sobrenatural me agarraba desde lo profundo del colchón, sumergiéndome, tirándome para abajo.

Mi mamá ya había dejado de hacer los huevos revueltos, esos que le gustan tanto a mi papá, la tetera la había puesto hace rato, pero aún no hervía. Desde mi pieza podía escuchar todos los sonidos de sus quehaceres matinales, lo raro es que los cuchillos, los platos y los posillos no emitían sonido alguno y mi hermano ya debería estar tomando desayuno para irse a la Universidad.
El frío iba cada vez más en aumento, aunque ya me estaba acostumbrando, debieron haber sido las pastillas que me dio mi mamá anoche para el resfriado que de seguro me tienen corporalmente inmune a todo este hielo.
Mucho silencio ya me comenzaba a extrañar, así que mejor será que me pegara un fuerte grito hacía la cocina o que alguien simplemente me respondiera con un ¡Cállate huevon!

-¡Mamá! Grité a no más dar.

Desde mi boca salía el vaho de mi aliento, lo que comprobaba que hacía mucho frío. Pasaron los segundos, luego los minutos y nadie respondía. Ya me estaba empezando a asustar, tal vez algo malo pasó y salieron todos corriendo, pero como me dejaban solo, sin haber tomado desayuno y sin avisarme siquiera de la situación.
Las tripas ya sonaban fuertes, bailaban dentro de mi estomago pidiendo comer algo. La necesidad me llamaba así que me paré de la cama, me puse las pantuflas y bajé las escaleras.
Todo en silencio, al más puro estilo película de terror, las maderas no crujían, y la ducha no sonaba, había un fuerte olor a gas. Corrí directo a la cocina, estaba todo oscuro y poco veía. Por medio del tacto logré palpar las perillas del gas, lo apagué rápidamente. Ya más calmado salí al living donde había un poco más de luz y vi la imagen más aterradora de mi vida. Mi hermano congelado con un pan en la boca a medio mascar, todo blanco, era una estatua de hielo, sin reflejos ni movimiento.
Me refregué los ojos, los cerré por harto rato, luego al abrirlos y esperar no ver nada de aquella imagen, me di cuenta que aún estaba ahí, tal cual como lo había visto hace no mucho rato. Caminé un poco más cerca, para poder ver la mesa completa, y al lado del estaba sentado mi papá con el diario en las manos, inerte. De la misma forma que mi hermano, mi mamá estaba parada sirviendo el té, el agua era un hielo estático que salía de la tetera y caía a su respectiva taza.
Esto no podía estar ocurriendo, algo tendría que revertir el proceso, tenía que descongelarlos, salvar a mi familia como diera lugar. Me acordé que mi mamá siempre guardaba los fósforos en ese delantal que siempre anda trayendo, cuidadosamente me acerqué y hurguetie los bolsillos de los costados. Tenía un cuchillo, pasé cuidadoso con mis manos al lado del tratando de no cortarme. No estaban. Así que de la misma manera saqué mis manos, pero estaba muy helada y lo tuve que hacer rápidamente, en ese apuro golpie uno de sus codos, instantáneamente su brazo se le desprendió de su hombro y cayó inevitablemente al suelo. Con el contacto del piso la pieza de su cuerpo se quebró en millones de partes, como cuando uno bota un vaso, de la misma manera.
El sonido creó una reacción en cadena y todos los miembros de mi familia se iban desintegrando, explotando uno a uno en millones de partes, los ruidos cada vez eran mas fuertes y comenzaban a quebrarse las cosas de la casa.

Corrí hacía la puerta y al abrirla quedé con la manilla de la puerta en mi mano, mire al horizonte y vi una cortina blanca, todo blanco, congelado por el mayor temporal de la historia mundial. Los autos varados en cualquier parte, la gente inmóvil en medio de la calle, todo en stop y un viento fuerte que quemaba mi piel.
Estaba solo, quizás no, pero de lo que si puedo estar seguro era que me encontraba en la segunda Era Glaciar…

-Comenzamos las transmisiones con las imágenes de las tormentas que azotaron anoche el norte de Estados Unidos y el sur de México. Todas las personas cercanas a los puntos críticos de la ola glaciar están resguardadas por cuerpo militar y personal especializado. Mientras siguen el peritaje para encontrar las 1.500 victimas desaparecidas bajo la nieve…A continuación seguimos con el informe de deportes.

Escuchaba difuso en un principio, luego cada vez más nítido, hacía un calor de perros, sudaba completo y todo el sol daba en pleno a mi cara. No eran más de las 8 y mi mamá recién estaba preparando los huevos revueltos de papá , el perro ladraba como loco por comida y mi hermano se preparaba para ir a la Universidad. La ducha sonaba fuerte y clara desde el baño, el pito de la tetera daba su aviso del agua hirviendo. Abrí los ojos, miré el mapa y me di cuenta que estaba todo en su lugar, mi cama, mis cosas. Todo tal cual como lo había dejado el día anterior. Puse mis manos en la nuca y traté de escuchar la lluvia, esa lluvia que nunca existió, ese hielo que jamás quemó mi piel. Todo marchaba en una completa, monótona y rutinaria realidad de un día jueves 12 de Diciembre.
Miré el techo como por enésima vez en mi vida, me pellizque el brazo y reí, reí mucho.
Mi papá le transmitía desde la ducha a mi mamá lo que ocurría al norte de nuestro continente, las muertes y catástrofes del clima y que el tiempo ya no era como antes, como cuando ellos eran chicos, y los veranos eran menos calurosos, y los inviernos no tan helados y lluviosos. Donde todo iba a un paso fijo y determinado. Mi mamá siempre le encontraba la razón a mi papá y yo en está ocasión también lo encontré de lo más acertado.

-Menos mal que todas esas cosas no pasan nunca acá en Chile. Le decía mi mamá
-Menos mal. Pensé.

21 noviembre 2005

Aún no he editado nada de esto, pero de igual manera los iba a subir.



Calibre 41.

Era calibre 41, lo recuerdo bien, la había sacado del cajón de mi padre la noche anterior, mientras él golpeaba a mi madre en el living. Le daba fuerte, los gritos de ella ya casi no se oían producto de las patadas en las costillas. Todo me daba vueltas, el Valium había hecho efecto, se lo saqué a mi madre. Ya hacía años que tomaba esas cosas para disminuir el dolor de las golpizas, supongo.
Aquí todo es distinto desde que Martín se fue, sin aviso, sin ninguna despedida previa, tan solo cortó sus muñecas de manera vertical, no horizontal como lo hacen en las películas, así te demoras mucho desangrándote decía el doctor de la morgue. Estoy seguro que no quería sufrir y así fue. Su rostro se veía tranquilo, pálido y se podría decir que hasta angelical, se veía tan bien que me dio envidia verlo tendido tan apacible sobre la cama, como si se hubiese quitado un peso de encima. Les tuvo respeto a mis padres, eso está claro, se suicido como lo hacen los grandes, preocupándose de cada detalle, dejando la sangre en tarros, las sábanas blancas, de todo. Creo que lo hizo por pena más que nada, por mi madre. Debe ser terrible limpiar lo que deja un muerto, sobre todo si lo que más sobra en la pieza es sangre, hay que tener pellejo, por eso mi hermano no lo hizo. La quería, de eso estoy seguro.
No me dio pena en ningún momento, ni cuando vi el espectáculo en su dormitorio o en su funeral, todo fue muy rápido y calculado, mi padre que al parecer poco le importó o eso aparentaba, por fuera es como una roca, pero tiene finalmente un corazón de niño, lo sé porque en sus ojos había tristeza, mi madre siempre decía que los ojos son el espejo del alma, si así era, entonces Rodrigo Farias tenía mucho dolor. Según él, Martín era lo mejor que había engendrado. El alumno destacado, puntaje nacional, Universidad estatal, mujeres, todo lo que un padre espera de un hijo. Era de esos niños prodigios cuyas madres hablaban en sus reuniones con amigas a la hora del té. Que Martín acá, que Martín allá, todas como buitres sobre la presa, cada una tratando de dejar a su crío como el ejemplo a seguir. Al final de cuentas ellas siempre te sacaban uno que otro chico del barrio en cara. Podrías ser como Jaime, tiene tan buenas notas y es tan tranquilo. Pobre cabro anda aspirando coca en cada fiesta que vamos, se toma 2 botellas de whisky cada vez que puede y la incontable cantidad de veces que le ha sacado los calmantes a su madre para combinarlo con aspirinas y así quedar High.
También había hecho esas combinaciones, te sientes entre el cielo y la tierra, alucinas con cosas que nunca te habrías imaginado, con esas cosas que solo están en tú mente. Mi experiencia fue con arañas, les tengo un terror enorme, bajaban cientos de ellas por todas partes del techo, entré en un estado de pánico total, si no es por el Jaime seguro me lanzo por el balcón de su departamento. Si mi madre supiera como es Jaime, si supiera.

Martín no le tenía miedo a nada, eso reflejaba a su público, a la audiencia del estadio, al paseo ahumada, a donde fuera resaltaba siempre, era de esas pequeñas lucecitas que se prenden en la gris ciudad; me dijo una vez su ex novia. Cuando te vas todo pareciera ser ex; ex departamento, ex familia, ex colegio, ex vida. Como si todo lo que has pasado con esas cosas o personas se disminuyeran a dos palabras. A mi hermano se le había caducado el carné dos días antes de partir, ni que hubiera planeado hacerle también un favor al registro civil, mi ex hermano realmente las sabía hacer todas.

Nadie se explica por que cresta se mató, si era tan buen cabro, lo querían todos por acá, era como el choro de la población, ese que todos quieren e idolatran y cuando parten va toda la gente a verlo, hasta el recorrido fúnebre utiliza como cábala pasar por la cárcel donde se hospedó tantas noches, así todos sus compañeros de oficio tienen la oportunidad de despedirse del finado. Así era mi hermano de conocido, si hasta famosos llegaron el día del entierro, seguramente son de esos actores que una vez que jubilan les pagan de llorones en la funeraria, había leído dos casos en el diario, se titulaba El pago de Chile, lo encontré absurdo. Si trabajaste toda tú vida sobre las tablas, no te quita dignidad llorar sobre las tablas de algún muerto, al fin y al cabo es trabajo y que estés pasado a cebolla o te pongas Mentolatum en los ojos no deja de ser un sacrificio.

Pero ahí estaban todos ellos, no lloraban eso sí, más bien se veían perdidos dentro del funeral, todos esos famosos que no están acostumbrados a lo opaco y tétrico. Prefieren estar todos maquillados y con el flash sobre sus ojos. No era ese su mundo, tampoco el mío.

A veces me pregunto sí cuando muera ira harta gente a mi entierro, se acordaran de mí, si irá mi primera polola, el chofer de micro que le pegué cuando me chocó el auto o mi profesor del Instituto. Me preguntó si se llenará como el funeral de Lennon o el de Lady Di, ¿Me conocerá tanta gente? ¿Será como el de mi hermano? No creo, si de mi círculo de amigos no salgo y realmente son pocos, muy pocos los conocidos. Soy de esas personas que pasan desapercibidas, esas que se sientan en la esquina de las salas, se ponen rojas cuando les hablan y prefieren callar en vez de gritar cuando los pasan a llevar, yo todo lo guardo, como un cofre. Por eso la gente me comenta tantos secretos, saben que no los diría por ningún motivo. Si tan solo se me saliera uno. El de Sofía por ejemplo su aborto cuando íbamos en el colegio o el de José cuando trató de engañar a su mujer en Estados Unidos con la secretaria. Creo que si comenzara a decir todas las confesiones, mi entierro se llenaría de colados, como los de las fiestas, esos que nunca nadie invitó. Todos esos confesores querrían mirar mi tumba para escupirla o echarme una puteadita, para no irme tranquilo supongo.

Ahí estaba aún mi padre pegándole a mi madre, ella ya casi no grita por los golpes en las costillas. Yo con la calibre 41 en mis manos, decidido más que nunca a usarla, no podía soportar que todos los aniversarios de la muerte de Martín terminaran en golpizas e insultos. ¿Cómo el recuerdo de un buen joven podía terminar en puras tragedias? Ya se habían olvidado del matrimonio, porque alguna vez lo tuvieron y eso está claro; cuando estaba vivo íbamos todos al parque a jugar a la pelota o a encumbrar volantines y en eso sí que me destacaba, era el as del balón y del cielo, cosa que él jamás logró conseguir.
Ya no quería ver este retrato nunca más, desde los quince años que mi padre llegaba borrado a la casa atizándole golpes a la muralla, sacando a mi madre de la cama y golpeándola hasta que quedará tonta. Luego iba a mi pieza y me decía, ojala estuviera mi campeón en esa cama. Yo me sentía destruido, incompleto, crecí sin mis padres y aún fuera de la casa tenían el descaro de llamarme y volver a recordarme esa frase, siempre un 19 de octubre.
No iba a soportar mas la situación, está iba a ser la última comida familiar que tendría que aguantar, tenía el arma. Tenía el poder sobre mis padres, ese poder que tiene un gusto rico, las armas las carga el diablo, tentador. El revolver tenía 6 orificios y dentro de uno de ellos iba la bala, la que cambiaría todo, la historia de mis padres, mi historia. Si por algún motivo el proyectil no salía, les habría dado un buen escarmiento, así no se olvidarían jamás de quien es su hijo, el segundo de la familia.
Me acerqué con el revolver lentamente hacía el living, ahí estaban los dos forcejeando, mi padre de rodillas y mi madre tendida en el suelo con las manos sujetas fuertemente a los brazos de él. No sintieron mi llegada, tampoco se percataron de mi presencia en la comida, así que tomé un vaso del comedor y lo lancé fuertemente hacía la pared. El ruido los hizo despertar de su lucha que a estas alturas ya se veía casi infantil.
Me miraron y el forcejeo cesó, mi madre con sus ojitos hinchados de tanto llorar me preguntaban que ocurría, mi padre en cambio estaba atónito, con la boca abierta, no entendía que es lo que estaba ocurriendo en ese momento. Eché el seguro hacía atrás y apunté. Mis padres se miraron dándose un despido y sin palabras se dieron cuenta que se amaban mucho y que todos estos años habían caído en el error del lamento, un lamento que los tenía así, como simios en la prehistoria. Según ellos les había llegado su hora, su tiempo de partir.
El revolver de pronto cambió de dirección y tembloroso posó en mi cien, el lugar estaba tétrico y opaco como en el funeral de mi hermano, seguramente así se sintió cuando su sangre salía a borbotones de sus brazos, la diferencia que él lo tenía todo planeado y yo en cambio estaba marcando mi destino espontáneamente, de manera inesperada.
Cerré mis ojos y me acordé de ti, pero este no era tú momento, no eras el protagonista del partido o la luz de la grisácea ciudad. Te imaginé entre el cielo y la tierra, porque ahí se van los que se suicidan, ahí estuve cuando me drogué y estaría próximo a estarlo nuevamente. Acerqué el revolver un poco más y les dije. Esto va por mí y apreté el gatillo…



20 noviembre 2005

Los hombres engañan más que las mujeres;las mujeres,mejor.

Un recuerdo traicionero.

Nos miramos, reímos. No nos conocemos aun, pero tengo que poner mi mejor sonrisa para encantarte, lo sé, tú también lo sabes. No soy bueno mintiendo, por más que trate de fabricar sonrisas, no puedo, me engaño y trato de engañarte, no puedo, no puedo creer la facilidad con que logras sacar todos mis secretos, tienes el don de entender, yo nunca lo he tenido. Ególatra quizás pero tu me disminuyes, reduces a una cuarta parte mis problemas, mi yoismo, mi existencialismo.

Me irrita tu inteligencia, tu dicción, la facilidad y tranquilidad con que hablas. Me pones nervioso, no sé, hurgas demasiado en mí y lo peor de todo es que tu estrategia del detective funciona a la perfección, sabes donde atacar, como interrogarme y hacerme vulnerable, tus palabras son verdaderas lanzas arrojadas sin inmutarte, desde de tu pétreo asiento. El café se acaba, el cigarrillo también.

¿Dónde quedamos José? Me preguntas sin esperar una respuesta contundente que salga de mi boca. Te enmudeces de repente. No pensaba responderte aun, ni tampoco emitir señales de vida.

¡¡Huevon!!! Llevo media hora hablándote y tu no té dignas a responder. ¡¡José te estoy hablando!!

De todas maneras estoy esperando que se enoje, se ve hermosa así, como si lo más malévolo de su ser reluciera de repente. Y éstas luces de neón la hacen ver más hermosa aun, como si ganara un millón de rasgos felinos, la noche y esta oscuridad rota por las pequeñas luces que se ven de pronto en la calle, la transforman en un gato, espero que no sea igual de traicionera. De todas maneras la muy puta debe serlo, dos piscolas y ya estamos aquí, ni modo ya se me quitaron las ganas de hacer algo. Seguramente mi mujer debe estar con sus amigas en eso del bowling. Mentira. Debe estar gritando como yegua junto al Gerente. Si supiera que Dios todo lo ve, no le darían ganas de nada. Pero ella no cree y yo tampoco. Al principio eso nos aferró, la confianza mutua y creer en el prójimo, no tengo que explicar nada más, yo aquí y ella seguramente en el mejor hotel de Chile.

¡¡Bueno José y que esperas!! Está mina habla y habla, es peor que mi suegra después de la muerte de Julio, su marido. Supongo que el pobre viejo se cansó de escuchar a la deslenguada y se mató. Eso es lo que creo, aunque la familia de mi mujer y los doctores dicen que solo fue una equivocación de las pastillas. Seguramente no habría aguantado un año más; el viejo estaba cansado de tenerla al lado. Ellos dormían en camas separadas y su ropa estaba impregnada de olor a naftalina. El viejo era anacrónico, su mujer trataba que el tiempo no le pasara encima, tenía más cremas para el cuerpo que comida en el refrigerador.

Espero que el tiempo no nos afecte con la Antonia, supongo que algún día tendremos hijos, por ahora no pensamos en eso, pero si teníamos un perro. Lo compramos para ver si podíamos cuidar algo que no fueran las plantas del departamento. ¡¡Desastre!! Un día el perro se lanzo por el incinerador y del Willy no supimos más. Se nos esfumo la idea de tener hijos pero igual creemos que podemos ser felices, aunque no les demos nietos a nuestros padres. Viajaremos, supongo, y seremos iguales de cool que ahora. Haremos todas las cosas que hacen los recién casados. Nos arrancaremos a la playa los fines de semana sin tener que preocuparnos por los niños o el perro.

Ya pues, tengo que irme luego y aun no me dices que es lo que quieres.

¡¡Mierda!! Quería tantas cosas y ahora tengo todas las que no imaginé que tendría. Plata, empresas, bienestar y lo único que deseaba era ser independiente para salir de la casa de mis padres. Quería ser músico. ¡¡A la mierda!! Mi mamá casi se muere y mi padre quería dejarme sin herencia, el maricón me endosó la empresa porque mi hermana era muy tonta para manejarla. Esa era su gracia de todas maneras, su estupidez. Aunque mi padre no se quedaba atrás. En toda su vida de empresario lo “cagaron” mil veces, los mismos tipos de siempre, todos compañeros de Universidad que en los tiempos de la dictadura amasaron buena fortuna. Todos esos amigos, “colegas” como les decía, vivían confortablemente y mi viejo se partía el lomo trabajando para ellos. Finalmente con la crisis del 82, mi padre los demandó y como tenía conocidos en el Gobierno, fueron amenazados con el exilio. Por miedo se fueron igual.

Y aquí estoy yo, en USA, tratando de arreglar la cagada de mi padre. La empresa se fue a pique y ahora tenía que venir a hablar con “los colegas” para que volvieran a asociarse. No tengo ganas de hacerlo, total la empresa es casi toda mía y voy a gastarme hasta el último dólar, aquí, en el imperio de la libertad. Recorreré todo Estados Unidos y la Antonia tendrá que esperar. La distancia servirá para que me extrañe y me siga engañando. Bien dicen que, los engaños en las parejas casadas solidifican aun más la relación, espero que éste sea el caso.

Ya huevón, me voy, además ni me calentaste. Ándate entonces. Quería que se quedara pero tanto pensar en mi familia me dio nostalgia. Ya me dio asco mi Secretaria.

¡¡Maricón!! Y cerró la puerta con un fuerte golpe. Ahí estaba yo, parecía que el portazo trajo a todos los fantasmas del motel. Esos viejos que se creen Hugh Hefner y vienen a tirarse una cana al aire y al final terminan tirados con un paro cardiaco y las putas felices con todo el billete que les sacan de sus gruesas chequeras. Miraba por la ventana y aun no atinaba a amanecer, tenía una botella de Absolut a la mitad. La destapé, bebí y el vodka pasó por la garganta, me quemó entero por dentro.

Las lucecitas de las calles parecían culebras que terminaban en los suburbios (el Down Town) que son muy distintos a los de Chile. Aquí se ve la pobreza y la discriminación pero nadie se digna a mirarlas. Ayer estuve allá y encontré a los negros de los más freak, muy alegres y contentos. Son la imagen viva de todas las películas donde salen negros; chistosos, sonrientes, esas sonrisas que les ilumina el rostro. La Antonia debe estar con el negro de la empresa, es huevón que la hace reír.

¿Antonia?

Sí José. ¿Estás borracho?

¿Sabes? Ya me aburrí de este país. ¿Has estado toda la noche en casa?

Si, ¿cuándo vuelves?

Pienso quedarme y olvidarla, junto con todos los rostros de Santiago y no volver a mi realidad, la comodidad del departamento, el barrio, los amigos. Mañana Regreso.

13 noviembre 2005

Este fue el segundo aporte para la revista Paniko http://www.paniko.cl
EL Primo.


Ayer fue un día de esos que mi mamá podría decir que eran de junta familiar, por lo general nunca vienen mis parientes a la casa, por eso tenemos que atravesar todo Santiago para llegar a la casa de mi tía, que no estoy muy seguro de que grado porque hermana de mamá no es. Allá tendríamos que dar el ejemplo, bien vestidos, bien empaquetados, como mesa de cumpleaños. Por lo general mi vieja ni se preocupaba como iba yo. Lo único que esperaba era que dijese que entraría a estudiar en una universidad estatal, que no estudiaría por ningún motivo música ni letras. Tendría que mentirles una vez más con lo de aspirante a medicina o derecho como mi padre. La verdad que no quería ni lo uno ni lo otro, tan solo quiero darme un año sabático y ver en que desperdiciar mi vida. No es que no tenga nada claro pero no le hace mal a ningún estudiante quitarse el estrés de 13 años completos de estudio.


-Llegó un primo tuyo de Holanda, no lo conoces, pero tiene tu edad y habla español. Aunque le podrías pedir que te enseñara un poquito de inglés porque Lars lo habla muy bien.- dijo mi madre mientras manejaba por Vitacura hacía arriba.


-¡Genial! -pensé, ahora tendré que entretener al extranjero toda la tarde. Más encima tiene el mismo nombre que el perro de mi vecino y yo lo único que quería era comer y subir a jugar el computador o el msn, que no estaría nada de mal. Pero no, claro. Quizás hablé como los típicos europeos que agarran para el leseo en la tele y sean de esos que todo lo encuentran bueno. Esta va a ser la oportunidad para dejar al chileno bien parado. Lo voy a invitar a jugar a la pelota, seguro que es malo o le voy a pedir que compre un cd de la Christell en la disquera del Felipe, lo más probable es que quede como el hazme reír del local. Después de todo es mi primo y el mal rato va a quedar en familia. A pesar de hablar español, no conoce nada de aquí así que aprovecharé de hacerle un buen tour por la capital.


-Tomás, hijo, llegamos- me mira por el espejo retrovisor y se aprovecha de arreglar su pelo. Se acordó que lleva a la oveja negra detrás. Me miró, algo va a decir.- ¡Arréglate ese pelo niñito que pareces cualquier cosa menos hijo mío!- si hay alguien que conozco mejor en mi vida es a mi mamá, me sé sus diálogos de memoria. Es como cuando te repites una y otra vez alguna película de súper héroes, sabes siempre que el villano tiene que morir tarde o temprano.


Ahora comienza mi espectáculo, mi mejor tratado de comercio, la solidificación de dos países distintos. Aquí vamos a ver quien es el más fuerte. Se abre la puerta.


-Hola Tomás, tanto tiempo sin verte-habla la tía.

-Hola tía…claro mucho tiempo- respondo.

-Pasa niño a saludar al resto, te tenemos una sorpresa- El holandés, pensé.


Ahora comienza el recorrido del saludo, sería mucho más simple si con un hola para todos bastara y subiera al tiro a la pieza del computador.


Me aprietan la cara, si hay algo que más detesto es que estas señoras hediondas a leche asada me aprieten la cara, miro de reojo y veo al objetivo. Ahí esta sentado hablándole a los maridos de todas estas viejas buenas para el té. Seguramente les debe estar hablando del barrio rojo de su país. Si algo sé de Holanda es gracias al pelado Santander, su padre viaja todo el tiempo, y lo que más le trae son cigarros, revistas porno, tragos raros y postales. Recuerdo que un día llevó al colegio un catálogo donde salían todas estas mujeres rubias, algunas pero muy pocas negras, y alguna que otra latina por ahí. Todas ordenadas por nombre, sus medidas, el costo y su especialidad. Como una guía para comprar perros, cuál te conviene más según tú tipo de personalidad. Estaba toda la revista en inglés, pero eso no fue problema, porque el pelado se maneja en los idiomas.


-Siéntese junto a su primo para que conversen- dijeron entre la bulla del living.

Pero parece que entendió perfectamente y se paró rápido de su asiento.

-Tú debes ser Tomás- me dijo. La manera de hablar era entre francés aprendiendo el español y de esas brasileñas que vienen a bailar al país, el acento ya se me hacía gracioso.

- El mismo. Y tú debes ser Lars.- Como el perro de Bastián, pensé.

-Salgamos, ya me tiene cansado que me pregunten cosas de mi país- Respondió.


Después de todo me salió rápido el cabro, al fin y al cabo es de mi sangre. Tampoco pretendía quedarme mucho rato dentro de la casa, ya que el computador no lo iba a poder ocupar porque estaba con este holandés. Así que tenía pensado pasar un rato a la disquera del Felipe, para que me regalara algún disco de rock psicodélico, esa música ya casi no se escuchaba por acá así que me los terminaba regalando o los vendía súper caros.
-Sentémonos un ratito en la plaza mientras me fumo un cigarro- me dijo

-Será. El que está de visita por aquí eres tú. Más rato podríamos jugar a la pelota.

-No me gusta el football.

Me cagó. Con una sola respuesta liquidó todo el plan "humillación extranjero", aún me queda el último as del mazo: Felipe.

-Podríamos ir donde un amigo que vende cds.

-No gracias, I don't want go… ¿Como se dice?

-Se dice, no quiero hacer ninguna hueva contigo- Le respondí, ahora de qué crestas le hablo a este gringo a lo europeo, no tengo nada más que hacer. Voy a esperar que me diga algo o si no aburrirme todo la tarde en esta plaza. Aquí todo el mundo viene a pasear al perro, otros barren o riegan las entradas de sus casas. Es como la programación día domingo seis de la tarde. Mientras este otro no me habla, prefiero quedarme mirando toda esta gente sin problemas, forradas en plata.

-Te traje un regalo- me dijo sonriendo.

-¿Y como qué puede ser?

-Unas pastillitas de menta traídas directamente de Holanda, son las más ricas de allá.


Se las acepté y me las metí a la boca, no puedo creer que exista un ser más tonto que este. Me da unas pastillitas como regalo y cree que con eso arreglamos todo, yo iba a ser Pedro Urdemales contra el diablo, me lo iba a embarrar fuera como fuera y ahora se me había ido todo a las pailas.
Después de todo las capsulitas no estaban tan malas, picaban harto pero después de un rato empecé a sentir su voz cada vez más lejana, de a poquito se transformaba en un pito que silbaba sobre mi oído, las pupilas se me achicaron a tal punto que veía todo distorsionado, sentía los latidos del corazón, la respiración y como pasaba la sangre por mis venas. A pesar de todo lo que estaba sintiendo pudiera sonar aterrador, lo mío era distinto, había una paz impresionante en mi cuerpo y en mi mente, por un momento dejé de pensar en todo lo que me aproblemaba, miraba a Lars y su sonrisa de cómplice me dejaba aún más tranquilo. Después de todo no era malo este hijito de papá, lleno de euros en su billetera.
Mi mamá salió de la casa, y se asomó a la plaza. Como era de esperar me gritó.

-¡Tomás nos vamos!

-¿Que dijo esta vieja neura histérica?- le dije a Lars.

-Que te vas a tu casa. Bueno un gusto y espero que te hayan gustado las pastillitas- dijo sonriendo-Mañana juntémonos ¿vale?

-Hasta mañana primo, que bueno haber conocido a alguien tan buena gente. Pensé que ustedes los europeos eran mala gente, pero no ustedes son ¡puuuura buena onda!


Luego me paré y me fui volando hasta el auto, me senté atrás y me puse a ver el paisaje. Abrí la ventana y el aire entraba fresco, con olor a campo, como cuando íbamos a la parcela de la abuela. El cielo estaba preparándose para oscurecer, era de esos atardeceres de película, todo color anaranjado y a lo único que le llegaba una luz fuerte era a la cordillera, imponente sobre Santiago y yo estaba súper cerquita de allí. Mañana paso a buscar al holandés y vamos para allá, seguramente no es tan grande como las de Europa pero le va a gustar. Capaz que dentro de su felicidad me regalé otra pastillita.
El auto ya iba bien rápido por Tobalaba, cerca de donde hacen vinos y todo ahí era muy campestre. Por la ventana veía como todo pasaba rápido como cuando uno aprieta fase forward en una película. Estaba feliz, tranquilo. Hasta que ese placer lo arruina la voz de mi vieja.


-Tomasito, hijo, ¿como le calló Lars?

-Bien mamá es re simpatico, hasta me regaló unas pastillas que trajo de Holanda, eran de menta.-respondí

-¿Y como se llamaban las pastillas para encargarle a su mamá?

- No me acuerdo, pero estaban ricas.