26 agosto 2010

Un día cualquiera

Se siente como el Schumager de la pista, esquivando autos, pasando de un carro a otro con la velocidad de la luz. En realidad siente como se sentiría el copiloto de Shumager en una calle, porque de manejar entiende lo que sabe de física nuclear. Nada.
Mientras vas en el taxi escribiendo, te sientes un poco tirano, ves como el resto muerto de frío camina por las calles escondiendo el rostro del viento matutino.
Y tú, sentado escribiendo apurado, estas en desventaja de todas formas, el taxi no llegará lejos, por lo menos hasta donde te alcance la plata.
Estas en desventaja porque no sabes manejar y para una mujer ese hecho te transforma en un completo inútil. El 80% de las mujeres que conoces creen que no eres buen partido porque la condición de conductor viene como un chip integrado en el hombre del siglo XXI. El 20% restante son las mujeres de tu familia, no cuenta.
El taxista le pregunta hasta donde va, a estas alturas y con el taco de la mañana te diste cuenta que no habías avanzado nada, a lo más doce cuadras y el tarifario ya dice que  se pasó de tu presupuesto estimado. Pagas. Te bajas.
Audífonos al oído, prendes la música. I'm only sleeping de los Beatles. Genial, solo de guitarra de George Harrison tocado al revés, con el sonido en reverso, monstruo. Ahora caminas por la calle con banda sonora de fondo. El frío no importa, el sentirte inútil por no manejar tampoco, te quedan pocas monedas en el bolsillo, pero vas con parte del soundtrack de tu vida. Mejor caminar, total, George Harrison todo lo puede.

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