Creo que dentro del ruido de la ciudad hay una orquesta escondida que gruñe, bosteza, grita metalicas notas musicales y silva suaves melodías. Sólo falta un compositor para que la organice, como un carnicero que quite la grasa al filete.
Hay que bucear, con esnorquel y todo, para no ahogarse en la bulla. La música está ahí, escondida, lista para transformarse en una obra maestra. Bendito sea quien logre descifrar la ciudad y hacerse amigo de ella, de domarla, de amanzarla porque creo que seré el primero en escuchar la obra del Loco Santiago.
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