11 marzo 2007

Renacer


De pronto paf!, todo explotó en un segundo y no hubo ningún previo aviso. Un corto circuito, no fue externo, todo se sentía adentro, se desvanecía, se alejaba y reventaba en partes.
Corazón acelerado, realmente desagradable, todo terminaba, un asco. Las manos temblaban y transpiraba helado.
No hubo una luz al final del túnel, pero sí una mano que me tomó antes de caer. Me agarró fuerte y no me soltó hasta al final, todavía lo hace y lo sigue haciendo como la primera vez.

Me sentí perdido, calles que no conocía pero que había recorrido un millón de veces. Era como aquel niño que se pierde en la playa en época estival. Muchas caras, todos desafiantes. Estaba frágil, todo me era agresivo, las cosas se me hacían violentas y yo débil, indefenso.

Volví a la normalidad, resucité, nací de nuevo en dos días. En partes, pero al fin y al cabo retornaba, y a ser el mismo.

Comprendí que todo podía acabar en un segundo, y todo podía volver a la normalidad. Aquel todo se me hizo nada de pronto, se derritió como un hielo al sol, y se volvió a endurecer, pero esta vez para no desaparecer más. El todo se me hizo de pronto subjetivo, todo se hizo volátil, pasajero, efímero. Me vacié y me volví a llenar.

Simplemente gracias, por estar ahí, en el momento preciso, gracias por estar siempre, por sonreír y preocuparte, por darme esa alegría, esa inspiración que me hace escribir, pensar, soñar. La magia está en creer ciegamente en el otro, en creer en todo, en lo posible y lo imposible, en lo cercano y lo lejano. Creer en nosotros y ayudarnos, porque solos nunca estamos, 3 días en aprender, 5 horas para asimilarlo, un segundo para volver, un latido para aterrizar y no dejarme vencer…

1 comentario:

Marce! dijo...
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