Deep
Saqué la última aspirina del botiquín. No sé bien por qué lo hice, pero supongo que me hará sentir mejor. No me duele la cabeza, pero es como un efecto placebo el que ésta pastilla hace en mi. Me miro al espejo y siento que no he dormido en años, los ojos me pesan y la cara se ve completamente demacrada.
Haber señor, parta por el principio, de momento no le entiendo de lo qué me está hablando.
Tomé el bus que supuestamente me llevaría a cambiar mi vida, el que me devolvería todo lo que había perdido tiempo atrás. Familia, hijos, amigos, aquí ya no me quedaba nada. Acá todo era un vacío en las calles, tanto en la ciudad como en mi vida personal, no entendía bien lo que me pasaba. Estaba perdido.
Pero si recuerdo que usted algo importante hizo en viña del mar, su cara me es familiar.
No entiendo bien, dicen que cuando uno entra y sale en los diarios, tiene cierto prestigio entre los reos. El problema fue que no quise pasar por la famosa iniciación como lo llaman allí.
¿Y que pasó entonces?
No quiero hablar de eso, me trae malos recuerdos. ¿Es estrictamente necesario?
Si quiere terminar luego con esto, debería contármelo.
Allá adentro, es otro mundo. Manejan códigos y palabras que uno no conoce. Si uno no pasa la iniciación, te manduquean todos. Me hice amigo de un par que estaba allí, pero no era suficiente para luchar contra el resto. Trataron de violarme, ese era el rito para ser aceptado, me negué y tuve que pagar las consecuencias. Bueno, el que las pagó no fui yo finalmente, el Rana se llevó la peor parte.
¿Cómo es eso? explíquese mejor, aquí nadie escuchará. Yo estoy aquí para ayudarlo.
Entré a la cárcel por estafa. Según mi abogado, el trámite sería corto, tan sólo un paseo de no más de dos días. Tenía confianza en que me sacaría luego de ahí. Pasaron semanas y meses y no llegaba nunca mi sentencia, estaba esperando poco menos que un milagro me sacara.
Me hice amigo de Roberto Cárdenas y Gustavo Rodríguez. Sí, los diputados. Los que estaban en el asunto de las coimas con el gobierno. Bueno, yo era parte de esas coimas, el autor intelectual del asunto.
Adentro nos trataron mal, desde los gendarmes hasta los perros huachos que llegaban a hacernos compañía. Éramos lo peor, todos los reos de esa penitenciaría estaban dentro por crímenes, asesinatos, violaciones y cosas así. Nosotros éramos los ruciecitos, así nos llamaban.
A la semana, Gustavo tuvo que chuparle el pico al Rana. El matón del lugar, estaba adentro por asesinato, mató a su familia y la enterró en su patio. En la población, el contrataba a las putas y en su casa las amarraba y las mataba, luego procedía a cortarlas en pedazos y las guardaba en el refrigerador. Sin duda alguna era el más temido de todos adentro, él la llevaba, prácticamente era el intocable, además manejaba relaciones con los mismos gendarmes del recinto. Le pasaban drogas para la angustia y cigarros por las noches, no había resguardo policial. Era el rey de la peni.
Prosiga, su relato es bastante interesante
Él fue quien me trató de violar, tenía que pasar primero por él y dejarme que toda la manga de huevones de su banda me rajara el culo a cachas. Me arranqué. Dormí dos días en el patio, allá hace frío y la ropa de mierda que nos pasan es tela de cebolla.
Pasó el tiempo y Rodríguez ya se había hecho amigo de los Tiras, como se hacían llamar el grupo del Rana.
Estaba desesperado, varias veces traté de suicidarme, me robaba las sábanas y me ahorcaba, pero no había caso, eso que dicen que el infierno esta aquí en la tierra y que los pecados se pagan acá. Puta que tiene razón es dicho.
Pasaron los meses y me tenían de júnior. Hacía todos los trámites adentro, era el que daba los recados de un bando a otro, el que pasaba los cigarros y los papelillos para la angustia. Allá se fuma pasta base, nada más. Según los más viejos, los que llevan años allí. Me contaron que las drogas empezaron a entrar en los años de la dictadura, de esta manera los tipos se drogaban y no hacían escándalo, desde ahí que las cosas han ido empeorando.
Pero cuénteme cuando llega el quiebre en su historia, cuándo pasa lo que me vino a contar.
Fue cuando me quedaba el último día para salir. Le dije al Rana que esa noche dejaría que me hiciera lo que quisiera. En el día, en el taller de mueblería, me había hecho un cuchillo de madera. Me habían enseñado los mismos tipos, le sacaban filo y los usaban para pelear.
Quedamos de juntarnos en los baños a las dos de la madrugada. La condición, tenía que ir solo.
Cuando llegó, lo abracé y le di las gracias por no haberme hecho nada malo. Me dijo que me bajara los pantalones, en el acto, saqué el cuchillo y se lo enterré en el estomago, luego lo forcé y lo quebré. Se quedo con el pedazo de astilla adentro. Cayó al suelo y lo empecé a pisar en la herida, mientras lo hacía la sangre salía a borbotones. El líquido caliente me salpicaba en la cara, estaba aún caliente. Los gritos nadie los escuchaba, creían que era yo el que gemía de placer. De pronto el sonido se silenció, la sangre corría por las baldosas negras de hongos y se iban por las canaletas del meadero. Tomé el cuerpo y lo lancé al patio. Adentro todos se hicieron los huevones. Al final, todos odiaban al Rana.
¿Qué es lo que sientes en estos momentos?
Matar a alguien tiene un placer. Pero después, su rostro me persigue en la calle, a veces creo verlo sentado en el asiento de al lado del metro. Me busca hasta en los sueños. Por eso estoy acá, no puedo seguir con esto. Siento que la conciencia me va a liquidar.
Bueno, pero ese tema lo tendremos que dejar para la próxima sesión, estamos en el tiempo. Hable con mi secretaria y pida otra hora. Hasta luego señor y no se pierda pues.
Hasta luego.
…Huevón, te acordai del Loco de viña, ese que salió en los diarios… Sí po huevon, el mismo. Lo estoy atendiendo yo. Se pitió a un tipo en la cárcel, está cagao... ¿Mi diagnostico? No sé todavía, depresión yo cacho. La próxima vez que venga yo creo que sabré con certeza. Igual tiene como para un año….Sí, lo mismo de siempre, las pastillas y listo…Ya hablamos, nos vemos más tarde... Sí, con éste me hago millonario…Ándate a mi casa y te cuento los detalles… Chao.
Saqué la última aspirina del botiquín. No sé bien por qué lo hice, pero supongo que me hará sentir mejor. No me duele la cabeza, pero es como un efecto placebo el que ésta pastilla hace en mi. Me miro al espejo y siento que no he dormido en años, los ojos me pesan y la cara se ve completamente demacrada. Está oscuro y siento que me están observando. No puedo seguir con esto, siento que está en mi departamento, sentado tomando café conmigo. Quiero llorar, desaparecer, dejar de existir.
El balcón siempre ha sido mi salida, mi vía de escape. Hoy corre más viento de lo normal, es calido. Me gusta. Las luces de Santiago brillan más que de costumbre.
Tocan la puerta. Tienen llaves, la están abriendo. Me lanzo…