05 agosto 2006


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Capitulo 7

Mientras iba bajando, el viento matutino me golpeaba suave en la cara. Hacía frío, las heridas en mi cuerpo me ardían y los huesos me dolían, cada paso que daba me hacía doblarme e cada vez más, en posición fetal. No había apuro, era sólo yo y el cerro, la calle y los árboles que la acompañaban. El cielo estaba celeste paquete de vela y los pequeños rayos del sol se asomaban tímidos por la cordillera, los pájaros comenzaban su sinfonía, esos cantos mecánicos que adornan las madrugadas capitalinas.
Me sentía solo, no había huellas a mis espaldas, ni autos, ni pájaros volando, ni muchos sonidos particulares. El silencio era un todo, un envoltorio, una esfera que me atrapaba y me aprisionaba. Un vacío que me perturbaba y me hacía sentir pequeño.

Cuando bajé del Manquehue, me percaté que estaba muy cerca de la casa de Andrea. Algo desde mi interior me impulsaba a ir. Tal vez no estaba, tal vez no perdía nada intentando verla, solo verla. No quería ser parte de su mundo, ni despertar la inocencia de su sueño. Pero me hacía falta, su mirada indiferente y su universo distante, ese que no podía llegar con nada. Ni siquiera ser su amigo bastaba, ya estaba muy lejos de poder serlo. Había un odio que nos separaba y nos hacía estar cada vez más ajenos, inalcanzables.

Su casa era como de dos pisos, un patio inmenso y unas rejas pequeñas. El auto de sus padres estaba estacionado. Podría ser fin de semana. La verdad, es que no tenía mucha noción del tiempo, tampoco que hora era. Miré alrededor y todo lo que había era calle y casas parecidas a las de Andrea, todas del mismo color y con autos casi similares. No había gente, era más fácil para mí pasarme.
Salté.

Su pieza daba al patio, pasé cuidadosamente por el auto, para no hacerlo sonar y llegué hasta su ventana. Estaba allí, dormida, lejos de todo el mundo, soñando con todos menos conmigo. Este era el sentimiento que me dominaba, el de no pertenecer. Ser parte de todos, pero sentirme lejos de todos. No poder tocarla me hacía enojarme más, pensar en el accidente, en José y en todas las cosas que habían pasado en estos días. Me sentía voyerista. Me sentí mal.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

ME GUSTO EL RELATO COMPADRE, ME SIENTO MUY IDENTIFICADO CON EL PERSONAJE, YA QUE CREO QUE REFLEJA LA CEGUERA QUE MUCHOS HEMOS SENTIDO, CUANDO NOS EMBARGA LA DESEPERACION DE HABER PERDIDO ALGUIEN IMPORTANTE.

Anónimo dijo...

Me pareció que Simón ha cambiao.. antes tenía un tono más mari.. ahora podría ser casi indefenso...
*PI*

Carlos Carrasco Bravo dijo...

EL SIMÓN ES EL GURÚ DEL CUENTO
Y TU EL TÍO DEL CUENTO

MATA A SIMON Y QUE LLEGUE LA REENCARNACIÓN
YA
PASA POR MI BLOG
QUE NO TENGAMOS CLASES JUNTOS NO SIGNIFICA QUER DEJEMOS DE SER AMIGOS
ADIÓS

SexyRoyal