19 enero 2011

María del Pilar

Cuando le dijeron su sentencia, sus ojos se llenaron de lágrimas.Miró de reojo a quienes la culparon, sus hijos, su familia que de pronto le dio la espalda. En su distorsionada mente sólo entendía esto como un acto de traición que tendrá que pagar toda una vida en encierro.




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