-Eres medio flojo por lo que sé – Dijo Claudia.
- No, flojo no, a ratos estoy cansado para una cosa o para otra, pero de flojo nada – Conteste, prendiendo un cigarro medio arrugado que tenía en el bolsillo de la camisa a cuadrillé.
- Y cómo es eso de que cuando vivías en México dormías quince horas – me respondió tratando de ponerme a prueba.
-Bueno, es que…
-Ves que eres flojo, no fuiste capaz de responder al tiro.
La verdad es que me tenía más nervioso ella que la conversación. Claudia era bastante linda y me dan los cinco minutos donde me trabo al hablar y para responder salgo con cualquier otro comentario para desviar la conversación.
-No era flojo, es que el ruido de la ciudad me tenía medio aburrido y, para no escucharlo, dormía - le respondí con un dejo de seriedad.
-Eres muy serio, teni cara de pocos amigos la verdad. Cachai que yo tenía un pololo que era así de serio y no lo pasaba ninguno de mis amigos. Era de los que hablan poco, miraba más que hablaba. Después, cuando terminé con él, tuvo que ir a un psicólogo porque sufría principio de autismo. Nunca supe bien que fue de él, pero…
-Oye, ¿y tú tienes pololo?- le pregunté tratando de desviar la conversación. Me aburro fácil cuando me hablan de cosas que no me interesan. Ya descubrí la técnica, se la copié a las mujeres, lo único que tengo que hacer es mirarla a la cara, decir a ratos: mmmm, ah sí, oh que terrible, bueno, entiendo. Estas cinco palabras me han salvado del calvario de lo que es escuchar. Así puedo pensar en cosas más importantes, como en lo que voy a hacer en la noche o en alguna idea que me quedó dando vueltas durante el día.
- Sí, tengo pololo…
- Obvio ustedes nacen con pololos…
- …y se llama Federico, le digo Fede y es súper…¿Qué fue lo que dijiste?
- Nada, que…que bueno que tengas pololo-dije.
- Y le digo Fede po, es súper lindo y es seleccionado de rugby en la universidad, participa en la pastoral…
- Ah, sí.
- Es músico además, tiene una banda con sus compañeros de universidad, es súper loco el grupo, tocan música Dub, con Jazz .
- Mmm, que bueno, entiendo – conteste.
Prefería estar en mi casa, acostado en la cama pensando en qué hacer, mirando la tele, viendo en el computador algo que me interesara, un perro quizás. Yo creo que me falta un perro para poder entretenerme un rato. Total, no hablan y siempre andan contigo.
- ¿Y te gustan los perros? – le pregunté.
- Son lindos, muy lindos, cuando son cachorros y saltan por todos lados...-
- O sea te gustan.
- No, me dan alergia- respondió seria.
- Bueno y qué cresta te gusta – murmuré.
- ¡¿Qué dijiste?!
- Nada - ahora tiene oído biónico – volví a murmurar.
-¿me estay molestando?
Se me acabaron los cinco minutos, ahora si que prefiero estar en mi casa, tocando guitarra. Toco varios instrumentos, pero ninguno a la perfección, un poco de aquí otro poco de allá, no es que me guste dejar las cosas a medias, pero en esto sí, así puedo tocar en alguna reunión familiar, como tengo cara de serio, tengo que caer bien de algún otro modo. Sí, no tengo cara de chiste y soy malo para los chistes, nadie se ríe mucho conmigo.
Es terrible cuando uno va a un asado y no falta el tipo que está metido en la parrilla molestando a todo el mundo, el de la talla. Típico que como me ven cara de serio me agarran para el hueveo a mí y es difícil porque cuando le respondo, el silencio es fatal. Se ríen de lo fome que soy.
- Oye Sebastián, ya me aburrí. Porqué no me invitas un helado
- Y no quieres mejor…- Que terrible, ahora más encima tengo que gastar plata en ella.- pensé.
- Muchas gracias por acompañarme mientras llega Fede, es que no me gusta esperar sola. ¿Te cuento una infidencia?
-¿Qué? – respondí.
- Alguna vez me gustaste, pero no sé que hubo que nunca pude acercarme a ti. Como que te veía más como un amigo. Eso, como mi mejor amigo.
Lo que faltaba, desde cuando eso se avisa, que hice mal. Traté de no hablarle mucho, de mirarla poco, de no hacer mucho para que le gustara mucho. Pero no, me tenía que tocar justo a mí y para peor siempre llego tarde.
- Si me lo hubieses dicho antes Claudia.
- Ah que eres tontito, mira ahí viene Fede. Cuídame las bolsas y espera el helado porfa. Es que no quiero que te vea conmigo- me dijo- es medio celosillo – agregó murmurando.
-bueno, no me queda otra- respondí.
Y ahí me quedé sentado en medio del Bravíssimo, esperando que se encontrara con el mastodonte de rugby, sintiéndome observado por todas las caras de los enamorados, por qué es regla de las parejas comer helado e ir al cine, como si fuera la ley universal del amor. Odio a las parejas ahora, quiero un perro, quiero tocar guitarra, me quiero ir para mi casa.
Al lado mío hay una señora con un Yorshire, es de esos perritos que se llevan en las carteras, son bonitos, buena onda.
-Que lindo el perro señora.
-Ni se te ocurra tocarlo, que Skippy es de pocos amigos, se enoja y muerde.
Esto es lo último, encontré un perro con mi personalidad y peor aún, este no es de los perros fieles.
- Perdón señora…
- Señorita para usted joven.
- Está bien, señorita, me puede cuidar las bolsas un segundo.
- Sí, como no.
Me paro, miro la calle, el camino para mi casa. Miro a Claudia y me voy. Se va, pensara la señora, se fue, pensara Claudia y yo me voy medio contento y medio derrotado. Me voy, ya me fui.
27 abril 2009
El bueno, el malo y el serio
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