03 abril 2007

Paseo en camilla
En una larga bandeja, metálica y helada, yacía Sofía. Ni la sutil lágrima que recorría su mejilla logró hacer que el médico forense evitara prender la cierra eléctrica. El agudo sonido recorría cada rincón de la sala, rebotaba por las blancas baldosas y hacía mover la sangre de otros muertos en el piso.

Nicolás González usaba la mascarilla de costumbre, cerca suyo tenía un cenicero con varios cigarrillos a medio terminar, a nadie le molestaba el humo, el único que respiraba en aquel salón de la morgue era él. Caminó unos pasos y observó el cadáver, miró largo rato sus ojos perdidos, sin reflejos. González estaba acostumbrado a no ver nada a través de los ojos de sus pacientes, la muerte se llevaba hasta las imágenes que se reflejan cuando uno mira detenidamente en ellos. Pero con Sofía era distinto.

Acercó la cierra hasta el punto de tenerla entre las cejas de la mujer, cuando de la nada los dedos del muerto comenzaron a moverse. Luego vinieron los ojos que pestañearon y finalmente fue un respiro desesperado por recuperar el alma que vagaba por el pabellón.
González soltó la máquina y salió corriendo por la puerta giratoria que daba a un largo pasillo en el hospital, lo único que las enfermeras pudieron escuchar fue Catalepsia.

Sofía aquel día no tenía nada que perder, había un buen sol y todo un mundo por recorrer, observó como los jardineros regaban el pasto y como los niños jugaba a la pelota en el parque. Se sentó en una banca y contempló todo como si fuera la última vez, se cuestionó quizás más cosas de las que se habría preguntado en un día común. Tenía la impresión de que ese día sería distinto al resto.
Sentía un pequeño dolor de cabeza, punzante a ratos, pero nada fuera de lo común. Decidió caminar, para oxigenar el cuerpo, pero entre una y otra respiración se comenzó a sentir liviana y frágil. De pronto, todo se fue a negro.

Despertó mirando el cielo, pero por más que quería moverse no podía, solo veía nubes y una que otra persona que la miraba. La tomaron y la subieron a una camilla, el paramédico del Samu, mientras la tapaba, le comentó al chofer de la ambulancia “Desconozco la causa, sólo pondré en el diagnostico muerte natural”.